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Hilda Gómez
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Al inicio de la calle Urzáiz se levantaba el edificio de la Agencia Escalera. Eran los locos años 20 y en el centro de Vigo una gran bola luminosa coronaba este singular inmueble. La agencia se dedicaba a Aduanas, Tránsitos y Consignación de buques. Su teléfono era el 128 de Vigo. Desde aquí se organizaban además excursiones y paseos en automóvil hacia el Monte Santa Trega y otros puntos de Galicia, para lo que contaba con una gran flota de automóviles del industrial vigués Melitón Domínguez.
Aquel hermoso edificio fue demolido en los años 70 para levantar otro de diez plantas en el que se cambió la piedra por el granito rojo y el aluminio bronce. El diseño, obra del arquitecto Desiderio Pernas, alberga en la actualidad viviendas, oficinas y las sedes de varios bancos.
El majestuoso Edificio Rubira (1880-1967), obra de Jenaro de la Fuente, fue considerado un monumento a la cantería de granito. En la confluencia de las calles García Barbón y Colón, el nombre se lo debe a la farmacia instalada en sus bajos. Fue uno de los más suntuosos de la ciudad y su pérdida fue de la más lloradas.
La demolición del Rubira es uno de los más claros ejemplos de las peores prácticas urbanísticas que, en su tiempo, se llevaron por delante parte del patrimonio arquitectónico, como recoge Jaime Garrido en su libro "Vigo. La ciudad que se perdió". "Con sus esculpidas piedras", el Rubira formaba parte de una manzana "armónicamente conjuntada" en el centro de la ciudad: las "Cuatro Esquinas". En su lugar, la banca levantó un gran edificio funcional que hoy acoge la sede del BBVA. Durante años, sus piedras permanecieron almacenadas en Chan de Amoedo, en un solar propiedad del empresario José Regojo, que pretendía reconstruirlo en Redondela. Sin embargo, los años pasaban y la falta de seguridad dejó toda la cantería presa del expolio.
Imagen conjunta del antiguo Hotel Continental junto al Mercado de A Laxe. Construido en 1870 fue, por largo tiempo, el mejor hotel de Vigo. Otro magnífico diseño de Jenaro de la Fuente, estuvo en servicio más de sesenta años. Por su parte, el Mercado de A Laxe fue proyectado por Gómez Román en 1900 y se levantó en piedra, hierro y cristal. Conocido popularmente como "La plaza de Abajo", gozaba de justa fama por la calidad de los pescados que allí se ponían a la venta.
Ambos edificios fueron derribados a finales de la década de los 60 para levantar un edificio de viviendas y el Hotel Bahía. El 5 de mayo de 1968, con gran pompa y boato, se colocaba la primera piedra del coloso de 19 plantas. Dos edificios de un gran valor arquitectónico fueron destruidos para edificar, una vez más, en altura. En esta ocasión, el ladrillo tapaba la bella vista de la Colegiata y cerraba al mar las calles interiores.
Toralla, un islote tan pintoresco como paradisíaco. Cuando aún emergía de las aguas como un arenal virgen, antes de la construcción del puente, de la torre y de los chalets, solo se podía alcanzar su orilla en barco. Esto le daba seguridad y privacidad. De ello se aprovecharon durante la Guerra Civil los perseguidos, que se ocultaban aquí con ayuda de los vecinos de O Vao.
Del paradisíaco islote de Toralla al Castillo de San Sebastián; del Edificio Ferrer al de La Villa de París; del Odeón a la Fábrica de Harinas La Molinera; del Rubira al Hotel Continental... Damos un paseo por algunas de esas joyas perdidas al impetuoso paso del progreso
Tras varios intentos para que la isla se abriese al público -solo se permite el acceso a los dos arenales que abrazan el puente-, Toralla sigue siendo un destino exclusivo. Diez años después de que el Ministerio de Medio Ambiente aprobase el proyecto de "Recuperación del DPMT y apertura al tránsito en la isla de Toralla", una barrera y un vigilante impiden el acceso. La decisión corresponde a los propietarios que residen en uno de los emplazamientos más representativos de la ciudad. Son alrededor de 170 vecinos. El veto, sin embargo, no tiene amparo legal. Los viales interiores son privados, pero la ley fija que cualquier ciudadano debe poder llegar a la ribera del mar de la isla a pie, algo que no se cumple.
La Plaza de Portugal, inaugurada en 1933, lucía por sus hermosas escalinatas, custodiadas por unas fuentes con tritones cruzados y una monumental pérgola. El corazón de la plaza era el busto de Luis de Camôes, que fue solemnemente inaugurado -hasta varios aeroplanos lusos cruzaron el cielo vigués aquel día-. De nuevo, el arquitecto municipal Jenaro de la Fuente dejaba una huella que se esfumaría al paso impetuoso del progreso. La construcción de un aparcamiento subterráneo en los años 70 se llevó por delante algunos de aquellos singulares elementos.
La segunda vida de la Plaza de Portugal. Desmontadas las escalinatas y las fuentes con tritones, pasaron varios años guardadas en los almacenes municipales. Las escaleras simétricas y con arranque único comunicaban la plaza con la calle Uruguay. Aunque no se han recuperado al completo -muchas piezas se perdieron-, se reconstruyeron para unir Ronda Don Bosco con Venezuela. Los Tritones se instalaron después en la Plaza Alba Plena, en Camelias.
El antiguo Edificio de Viajeros, en Las Avenidas, vio partir a miles de gallegos hacia América. Se abrió al público en 1909 y permaneció en servicio hasta 1944, cuando le dio paso al proyecto de la Gran Estación Marítima de Vigo. Las obras duraron 6 años y el presupuesto rondó los 8 millones de pesetas.
El Edificio de Viajeros dejó su lugar a la sede social del Real Club Náutico. Parte de sus materiales fueron empleados en la construcción del nuevo edificio, obra de los arquitectos Castro y Alonso que, en un ejercicio de audacia, se inspiraron en los diseños navales para soñar con un trasatlántico anclado en tierra. El pabellón cerrado se derribó en los años sesenta para ubicar la piscina climatizada. Hoy es una de las construcciones más emblemáticas de Vigo.
La imagen del Cine Odeón aún arranca un pellizco en el corazón de los vigueses. Inaugurado en 1917, se encontraba en la calle Urzáiz, esquina con la Magallanes. Obra del arquitecto Michel Pacewicz, fue muy alabado por su seguridad y amplitud. Hubo una función especial previa a la inauguración con la proyección de varias películas. Todos los empleados vestían uniforme y se sirvió champagne, Jerez, medias noches y emparedados. En 1965 cerró sus puertas y cuatro años después fue demolido a raíz de una solicitud para construir un banco y viviendas. Se abrió entonces con el mismo nombre una sala anexa al Tamberlick, en Eduardo Iglesias.
Pese a que llegó a proyectarse la ampliación del cine, la demolición se consumó y en su lugar se levantó un gran edificio comercial que en la actualidad ocupa El Corte Inglés. Aquel proyecto lo firmaba Jenaro de la Fuente, que diseñó un elegante edificio con columnas clásicas y amplísimos ventanales. Una fenomenal fachada para la que sería la mayor sala cinematográfica de Galicia, con 2.000 butacas. Aquel sueño no pasó del papel.
Las conocidas como Casas de Oya son tres edificios similares colindantes situados en los números 15, 17 y 19 de García Barbón.
Las Casas de Oya fueron rehabilitadas para su transformación en hotel. La obra consistió en el vaciado total del edificio y un añadido superior donde se encuentran las suites. El nombre popular de casa de Oya proviene de la relación matrimonial entre una sobrina de García Barbón -que encargó la obra- y Guillermo de Oya. Cuando en los años 90 se planteó su recuperación, el estudio encargado optó por combinar la estética neomedieval de la fachada con una apuesta innovadora en su remate. “Es una reforma acertada que diferencia la parte original de los añadidos”, sentencia el doctor en Historia del Arte José Ramón Iglesias. Fruto de esa “combinación” se puede contemplar ahora la moderna cristalera superior del hotel sobre una fachada de principios del XX.
La conocida como Fábrica de Harinas La Molinera estaba situada en García Barbón, entre la iglesia de Santiago de Vigo y la Metalúrgica. Su estampa llamaba la atención por el ladrillo rojo de su fachada y albergó desde una fábrica de harinas hasta colegio o un cuartel. Finalmente, fue demolida en los años 70.
Tras su demolición, se levantó un edificio de viviendas de 12 plantas con un bingo en el bajo. Varios historiadores lo consideran un icono de la arquitectura viguesa. Se construyó en 1898 con inversión privada y en 1916 abandonó el uso industrial para albergar el colegio Sagrado Corazón de Jesús. Después llegaría otro centro escolar y más tarde se reconvertiría en cuartel, antes de caer a finales de los 70.
El Edificio Ferrer formaba parte del delicado conjunto arquitectónico que envuelve la Plaza de Compostela. Con una fachada a la Alameda y otra a Velázquez Moreno, fue construido al estilo modernista en 1900 por el arquitecto Felipe Quintana. Como muchos otros inmuebles, cayó en los 70 para ser sustituido por un edificio de 10 plantas, que rompe completamente con la señorial estampa de la plaza de principios del siglo XX.
Desaparecido el edificio, realizado en granito y con cuatro plantas de altura coronadas por una bella cúpula, se levantaron 10 plantas de viviendas. Un proyecto que rompía con el conjunto arquitectónico tanto por la altura como por el estilo.
La fenomenal imagen del Hotel Universal y el Edificio de Tomé (esquina Montero Ríos) iluminaba la calle García Olloqui. Una gran terraza presidía las instalaciones hoteleras que durante años fue referente social del verano vigués. Lindando con la casa Tomé se encontraba el chalet de Rodrigo Sánchez Padín, casado con Pilar Román Morata, y para quien el arquitecto Pacewicz realizó varios trabajos.
El chalet, que destacaba por su atractivo cerramiento, fue otro de los botines que se cobró el progreso. En la esquina opuesta de la calle Luis Taboada había otra vivienda unifamiliar que pertenecía a la familia Román. Ambas fueron derribadas en los años 70 para una vez más construir en altura.
Mucho vigueses recordarán aún La Villa de París, aquel comercio situado en el bajo del elegante edificio de Porta do Sol, donde podían encontrarse todo tipo de telas y complementos. Otro brillante proyecto de Jenaro de la Fuente en el que sus galerías de chaflán y los balcones de hierro fundido elevaban la delicadeza del inmueble, integrado en uno de los conjuntos arquitectónicas más bellos de Vigo.
Aquel espléndido diseño fue derribado como la inmensa mayoría en la década de los 70 para levantar una vez más un edificio en altura que rompía toda la armonía de la plaza. La nueva apuesta era un bloque de oficinas por el que Vigo perdió otra joya arquitectónica.
Cuando España estaba en guerra con Portugal por su independencia, bajo el reinado de Felipe IV, se levantan las murallas para proteger a los vigueses de los saqueos de sus vecinos. Del Castillo de San Sebastián, que con el del Castro, presidían aquella buscada fortificación, solo quedan los muros del lado norte con dos garitas. El resto fue derribado para construir la casa consistorial a principios de los años 70.
Los Reyes de España inauguraron el nuevo edificio del Ayuntamiento de Vigo en 1976. Con un coste superior a los 300 millones de pesetas se levantó un torre de doce plantas más el sótano. Sería en los años 90 cuando finalmente se construiría la Praza do Rei, otro aldabonazo al patrimonio vigués que, en ese entorno, cuenta con otro de los tesoros a recuperar: La Panificadora. Esta última, ahora sí, tiene ya un proyecto firmado por Jorge Salgado y Celso López para su recuperación.
Del paradisíaco islote de Toralla al Castillo de San Sebastián; del Edificio Ferrer al de La Villa de París; del Odeón a la Fábrica de Harinas La Molinera; del Rubira al Hotel Continental... Damos un paseo por algunas de esas joyas perdidas al impetuoso paso del progreso
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