El 4 de octubre de 1917 FARO anunciaba la próxima inauguración del Teatro Odeón. Y para informar con todo detalle a los lectores, hubo visita previa "a este nuevo local de espectáculos que D. Ángel Núñez acaba de edificar en la calle de Urzáiz".

Además de la fachada principal que daba a esa avenida, tenía otras dos a la calle Gil y una lateral a la calle de Magallanes. Por Urzáiz estaba la entrada de las localidades principales, es decir, los palcos-plateas, los palcos-proscenios y butacas, y por la calle Gil la entrada a la cazuela y anfiteatro. Estaba tan bien dispuesto el problema de la salida, "que en caso de alarma, el público se halla rápidamente en la calle sin riesgo alguno". Se ve, pues, decía FARO, "que el Sr. Núñez ha tenido muy en cuenta la seguridad de los concurrentes, cosa esencial en toda sala pública".

También la cuestión de la comodidad mereció gran atención del propietario y de la dirección de las obras. 380 butacas había en la amplia sala, y su distribución era la reglamentaria, en cuanto a la separación de fila a fila. En la amplitud de la butaca, también se tuvo en cuenta "que no todos los espectadores somos delgados. Algunos hay que necesitan ancho espacio para sentar su humanidad y estos tales no podrán quejarse". Las butacas eran de madera curvada y asiento movible, ligeras y elegantes.

Había dos palcos proscenios bajos, dos principales, amplios y de mucha visualidad. Los palcos de plateas, eran trece solamente "y están hacia el fondo de la sala de la sala, también muy cómodos y con una elegante baranda de hierro forjado".

Tras los palcos había "un foyer y un departamento de tocador y retretes para señoras. Los caballeros tienen este servicio con entrada por la sala de descanso, es decir, perfectamente independiente del de señoras".

El anfiteatro rodeaba toda la sala, arrancando de los proscenios principales y tenía 82 asientos de primera fila y 30 de segunda, éstos al frente. A los lados y por detrás de los asientos quedaban dos, en los cuales pueden situarse no pocos espectadores.

Y se describía, por último, la cazuela, con sus trescientos asientos de madera, con respaldo y en gradería, para que ni uno solo de los espectadores deje de abarcar todo el escenario. También los espectadores de estas localidades tienen sus servicios de retrete independientes para cada sexo, y cuentan, además con un bar.

Numerosas ventanas a uno y otro costado, hacían que durante el día la sala tuviera luz natural abundante. La Iluminación nocturna estaba formada por diez mil bujías "y como en el decorado de la sala se ha empleado acertadamente el blanco absoluto con alguna que otra media tinta, resulta el local clarísimo y alegre, tanto de día como de noche".

El escenario contaba con todos los servicios, incluso entrada, completamente independiente de los del publico.

Hubo una función especial previa a la inauguración que consistió en la proyección de varias películas, "muy bonitas e interesantes, amenizada por un sexteto dirigido por D. Dositeo Vázquez". La sala presentaba un hermoso aspecto, casi ocupada por completo. En la crónica se añadía que todos los empleados del Odeón vestían uniforme "y los propietarios del coliseo obsequiaron con esplendidez a los concurrentes, En el foyer se sirvió champagne, jerez, medias noches y emparedados". Para la sesión inaugural, el 11 de octubre, se contó con la Compañía de Teatro de Ernesto Vilches, que representó "El amigo Teddy".

El Odeón fue proyectado por Michel Pacewicz. Un año después de la inauguración fue adquirido por Isaac Fraga y fue demolido en 1969 para la construcción de un nuevo edificio. Se abrió entonces con el mismo nombre una sala anexa al Tamberlick, en Eduardo Iglesias.