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Tecnologías de captura de CO2₂ para salvar el planeta

Pazo de Fefiñáns, Cambados. Noe Parga

El mundo debe reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad en la próxima década y alcanzar el nivel cero en 2050 para tener alguna posibilidad de mantener el calentamiento global en 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Cuanto más aumenten las temperaturas por encima de los 1,5 grados, más aumentarán los fenómenos meteorológicos extremos (tanto en intensidad como en frecuencia), como sequías, huracanes, inundaciones y olas de calor.

Actualmente se están impulsando numerosas acciones para reducir las emisiones de de CO2, como hacer uso de una climatización responsable, apostar por una movilidad sostenible, adquirir productos frescos y de cercanía, integrar hábitos de economía circular (reducir, reutilizar y reciclar), aprovechar las fuentes de energía renovables, cambiar a iluminación LED, etc. Pero la mayoría de los expertos consideran que esto no será suficiente, y que en estos momentos resulta prioritario investigar en tecnologías CAC de Captura y Almacenamiento de Carbono (CCS, por sus siglas en inglés), ya que, incluso si las emisiones disminuyen drásticamente, para mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 1,5 grados será necesario eliminar 20.000 millones de toneladas de CO2 de la atmósfera cada año hasta 2100.

Según el informe anual del Global CCS Institute (un grupo de expertos internacional cuya misión es acelerar el despliegue de captura y almacenamiento de carbono), la capacidad de almacenamiento global de las instalaciones CAC ha aumentado un 32 % solo en el último año. En estos momentos existen 27 que están en pleno funcionamiento, y 108 en la cartera de proyectos, principalmente en centrales eléctricas de carbón y procesos industriales relacionados con el cemento, acero e hidrógeno.

¿En qué consiste la tecnología CAC? Básicamente implica tres pasos: captura en la fuente (la instalación que emite CO2₂), transporte y almacenamiento. Para la captura se pueden utilizar varias tecnologías diferentes: captura de carbono posterior a la combustión (el método principal utilizado en las centrales eléctricas existentes), captura de carbono previa a la combustión (utilizada en gran medida en procesos industriales), y sistemas de combustión con oxígeno casi puro, en lugar de aire normal, lo que da como resultado una corriente muy concentrada de CO2, que es más fácil (y más barata) de capturar. Una vez que se captura el CO2, se enfría y se comprime en un fluido, y posteriormente es transportado, por tuberías, barcos, trenes u otros vehículos, a un sitio de almacenamiento apropiado. En el tercer paso, el CO2 se inyecta en formaciones geológicas subterráneas profundas, donde se almacena a largo plazo, en lugar de liberarse a la atmósfera. Los sitios de almacenamiento utilizados para el CO2 generalmente son antiguos depósitos de petróleo y gas o formaciones salinas profundas.

"Es necesario retirar el CO2 que ya se ha emitido durante décadas”

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La tecnología CAC puede parecer fácil de implementar, pero la realidad es que existen barreras importantes para su despliegue, principalmente su alto coste asociado con la energía y los equipos necesarios para las fases de captura y compresión, además de desafíos para el transporte de CO2 una vez que se captura. Se requiere una cantidad significativa de energía para comprimir y enfriar el CO2 y mantener altas presiones y bajas temperaturas en todas las tuberías, y las tuberías en sí mismas son costosas de construir. Por lo tanto, retirar el CO2 que ya se ha emitido durante décadas a la atmosfera costará dinero, y le costará dinero a alguien. Si le cuesta dinero a las empresas, lo van a pagar sus clientes. Si le cuesta dinero a los estados, lo pagarán los contribuyentes. En otras palabras, cobrar por emitir GEI (gases de efecto invernadero) se convertirá en un componente más de la inflación. La tecnología existe para resolver este problema que nos ocupa, pero no se está desplegando a la velocidad apropiada porque tiene barreras económicas que lo impiden, barreras de miles de millones de euros. Llegados a este punto, podríamos preguntarnos ¿no existe un sistema alternativo que reduzca las emisiones de carbono que no tenga huella de carbono, sea reciclable infinitamente, sea barato, consuma recursos de forma sostenible y requiera poco mantenimiento? Pues sí, existe, y le podemos poner nombre: se llama ÁRBOLES.

Proceso de captura y almacenamiento de CO2. Global CCS Institute

Los bosques, al igual que los océanos, rocas y suelos, son sumideros naturales de CO2. Esto significa que son capaces de absorber y retener el dióxido de carbono que tiene la atmósfera, con un gran impacto positivo en el aire que respiramos. En este sentido, se calcula los bosques españoles son responsables de capturar un 20% del CO2 que está presente en la atmósfera. Según un estudio elaborado por la Universidad de Sevilla en 2007, los árboles que más CO2 pueden eliminar del ambiente son los pinos, en concreto dos especies muy comunes en España, el pino carrasco (Pinus halepensis) y el pino piñonero (Pinus pinea). Un pino carrasco maduro puede absorber cerca de 50 toneladas de CO2₂ en un año. Esto supone que un solo ejemplar absorbe el equivalente a la emisión de casi 30 automóviles, de tamaño medio y que recorran aproximadamente 10.000 kilómetros cada año. Otras especies muy efectivas para contribuir a una atmósfera limpia son la encina, el alcornoque, el olmo y el olivo. La naturaleza es sin duda una gran fuente de inspiración para la tecnología, pues tiene el beneficio de millones de años de ensayo y error, a través de procesos evolutivos y selección natural, con un perfeccionamiento continuo de su diseño.

"La naturaleza es una gran fuente de inspiración para la tecnología”

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En definitiva, si bien la primera opción para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero debe ser actuar en origen, promoviendo una cultura de ahorro energético y hábitos saludables, lo cierto es que apostar de forma decidida por una gran cantidad de masa verde en las ciudades, cerca de carreteras y autopistas, o en las inmediaciones de las zonas industriales, podría ser determinante, y definitivamente mucho más barato y ágil que las tecnologías CAC, para salvar nuestro planeta. Las soluciones más sencillas, para resolver problemas complejos, a veces son las mejores.

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