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Bernardo López López-Ríos - Diplomático vigués

“Somos los albañiles de las relaciones internacionales”

“Algunas características que tenemos los gallegos, como el `sentidiño’ o ser un buen anfitrión, nos facilitan mucho la actividad diplomática”

Bernardo López López-Ríos - Diplomático vigués

Tras su paso por Jamaica, Panamá, Polonia, Letonia y Lituania, el diplomático vigués Bernardo López trabaja ahora en la segunda jefatura de la Embajada de España en Praga (República Checa). No es extraño que se considere miembro “de la última tribu nómada”. Entre las cualidades de un buen diplomático destaca el “sentidiño” de que hacemos gala los gallegos y cree que los españoles deberíamos estar muy orgullosos de nuestro pasado.

–¿Por qué eligió la profesión de diplomático?

–Decía Bernard Shaw que los diplomáticos son la última tribu nómada que anda con plumas en la cabeza (por el sombrero del uniforme de embajador). Bromas aparte, es una profesión apasionante que permite vivir vidas muy diferentes a lo largo de una sola vida.

–Ser gallego, ¿es como tener un máster en Diplomacia?

–Ser gallego y español es un orgullo. Algunas características que tenemos los gallegos nos facilitan mucho nuestra profesión. Por ejemplo, ser flemático, una cierta sangre fría, “sentidiño” y la capacidad de ser un buen anfitrión.

–¿Qué otras virtudes debe tener un buen diplomático?

–En realidad, el diplomático es un funcionario cualificado, generalmente con una muy alta carga de trabajo. Además de lo ya mencionado, un buen diplomático debe ser prudente, leal al Gobierno de turno y saber defender la posición y los intereses de España. Los diplomáticos no toman las grandes decisiones, pero sí deben saber aconsejar e informar a los cargos políticos que las toman. Añadiré que los diplomáticos españoles están muy bien considerados profesionalmente en los países de nuestro entorno.

–¿Se ajusta a la realidad la imagen de glamour y privilegios que se asocia a los diplomáticos?

–Es muy difícil luchar contra los estereotipos, pero es verdad que mayoritariamente se tiene una imagen muy desfasada. Hoy en día es una profesión tremendamente sacrificada, con un coste familiar excesivo, ya que cada vez es más difícil “arrastrar” a esposa e hijos a los distintos destinos. Además, en algunos puestos te juegas literalmente el pescuezo. Yo he estado en medio de tiroteos, conviviendo con todo tipo de enfermedades tropicales, incluso muchos compañeros fallecen en accidentes de tráfico. En Jamaica, mi primer destino, en aquella época era el quinto país del mundo con mayor número de muertes per capita en accidentes de tráfico. Por ejemplo, ahora en pleno Covid, y mientras gran parte de la función pública española teletrabaja, nosotros nos tenemos que incorporar a los nuevos destinos presencialmente, a veces en condiciones y en países muy difíciles.

–Lejos del estereotipo del espía, ¿cuál es el papel que debe jugar un diplomático en el siglo XXI?

–Sería muy largo y complejo de explicar, así que pondré un ejemplo. El acuerdo alcanzado por los jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas sobre los fondos de reconstrucción, que serán fundamentales ante la inminente crisis económica, ha sido posible por el ingente trabajo previo de muchos diplomáticos, tanto comunitarios como de los países miembros. Digamos que somos los albañiles de las relaciones internacionales, entre otras muchas cosas.

–Y como albañiles de las relaciones internacionales, ¿cómo ven que los políticos se lleven la gloria pública de los trabajos que ustedes realizan discretamente?

–Los politicos, en ese ejemplo, son como los arquitectos. Y si han diseñado mal el proyecto también son los máximos responsables. Nosotros, como funcionarios, simplemente seguimos órdenes. Podemos aconsejar en ocasiones pero no tomamos, lógicamente, las grandes decisiones.

Gustavo Santos El diplomático vigués Bernardo López.

–¿Alguna anécdota personal que refleje su profesión?

–Siendo un “manzanillo”, que es como llaman en Centroamérica al último mono de una delegación, durante la cumbre iberoamericana de Panamá del año 2000, a la salida me agarró del hombro Fidel Castro y se puso a explicarme la posición de Cuba (contraria a la española), como si yo fuese un Secretario de Estado o un muy alto cargo. No lo saqué del error, así que después de echarme el discursete se fue muy satisfecho. Pensaría algo así como: “Le he leído la cartilla al Viceministro español”.

–¿Qué imagen tienen de España en países del Este como Lituania o la República Checa?

–Muy topica. Flamenco, sol, toros... Debemos seguir trabajando para vender una imagen más multicultural y real de España.

–¿Es cierto que los españoles somos los más críticos con nuestro propio país?

–España es uno de los países más importantantes en la historia de este planeta. Hemos descubierto América, hemos dado la primera vuelta al mundo, hemos tenido el imperio mas extenso. También hemos tenido malas épocas históricas, pero las luces son muchas más que las sombras. Deberíamos estar muy orgullosos de ser españoles.

–¿Ha trabajado usted en países de Hispanoamérica. ¿Qué cliché predomina de España: la madre patria o el antiguo invasor colonialista?

–He trabajado en Panamá. Como dije en uno de mis libros, allí “la leyenda negra es más bien mulata y paticorta, y es actualmente el único país del mundo cuya moneda –el balboa– es en honor de un héroe español”. En cuanto a la relación con la madre patria, cada país latinoamericano es un mundo...

–Además de diplomático es usted escritor. ¿Se inspira en su actividad diplomática para escribir sus novelas?

–No, salvo para crear algún personaje de ficción.

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