"Conllevarnos es nuestro dolido destino", dijo en 1932 el filósofo, metido en harina política, José Ortega y Gasset en el Congreso, en el debate sobre el Estatuto catalán, y refiriéndose a las tensiones entre el catalanismo y el Estado. "Lo único que podemos hacer es conllevarlo dándole en cada momento su solución mejor", sentenció. Pues curiosamente los dos principales exponentes de este catalanismo, ahora independentista, han llegado a la misma conclusión en cuanto sus relaciones se refiere. Tras una legislatura trufada de encontronazos, dardos y más de un navajazo, es ahora, ante la más que posible inhabilitación de Quim Torra como "president", que han decidido sentar las bases de una conllevancia mientras dure la interinidad. Es decir, hasta las elecciones, que pueden tardar todavía varios meses, incluso hasta febrero del año próximo.

Apartada de la mesa por Torra tras asistir a la vista del Tribual Supremo, el jueves, la opción de unos comicios anticipados, ambas fuerzas resetearon su negociación y buscan ya un acuerdo que prefigure cómo van a relacionarse y funcionar los próximos meses. Los republicanos temen que el puigdemontismo se desboque en dos frentes. El simbólico, con Torra poniendo en aprietos, por ejemplo, a Roger Torrent en un Parlament en el que la inhabilitación no permitiría al president acceder al hemiciclo, y el interno, en el Govern, gracias a la labor de zapa de los consejeros posconvergentes, con el flamante refuerzo de Ramon Tremosa al frente. Los posconvergentes, por su parte, parecen haber detectado que desoír, como hasta ahora, las llamadas a la unidad estratégica de ERC y la CUP, les puede pasar factura entre su parroquia.

Torra, además, se muestra abierto a negociar con ERC el escenario posinhabilitación, pese a su profundo malestar con los republicanos, por declaraciones como las del presidente del Parlament, Roger Torrent, que ya dio por hecho que activará el reloj electoral una vez se produzca el cese del jefe del Govern. O por las palabras de Gabriel Rufián, a las puertas del Supremo, insistiendo en pactar la fecha electoral. Palabras que "no tocaban", según un destacado cargo de Junts per Catalunya.