El enorme interés que despertaron en los ciudadanos las elecciones generales del pasado domingo queda reflejado en el hecho de que hayan sido las cuartas más concurridas desde la restauración de la democracia en 1977, solo superadas por las de ese año, las de 1982 y las de 1996.

El 75,75% de participación certificado por el Ministerio del Interior es levemente superior al 75,66% de las polémicas elecciones de 2004, en las que Aznar se proponía consagrar como heredero a Rajoy. Esos comicios los perdió por sorpresa el PP después del desastre ecológico del "Prestige" (2002), la participación en la guerra de Irak (2003), los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004 (tres días antes de la cita con las urnas) y el intento del Gobierno de endosárselos a ETA.

No está de más recordar que la atribución de las bombas a los terroristas vascos -además de desligar los atentados de la presencia española en Irak y de la "foto de las Azores"- pretendía traer a primer plano el pacto que ETA había sellado con ERC para no perpetrar atentados en Cataluña. Un pacto que, si ETA estaba detrás de las bombas de Atocha, perjudicaba especialmente al PSOE y a su bisoño candidato Zapatero, ya que el PSC lideraba el tripartito que, en unión de Esquerra Republicana de Catalunya y los ecosocialistas de ICV, gobernaba la Generalitat.

Para encontrar una participación superior a la del domingo hay que remontarse a las elecciones de 1996 (77,38%), las que pusieron fin a los trece años largos de Ejecutivos del socialista Felipe González. Esos comicios llevaron a Aznar, el actual mentor de Pablo Casado, a la presidencia del Gobierno con una escuálida cosecha de 156 escaños que completó con 16 de Convergencia y cinco del PNV. Lo cual le llevó, hay que recordarlo para situar los actuales debates sobre Cataluña en perspectiva, a "hablar catalán en la intimidad" con los antecesores de Puigdemont y a denominar en público a ETA "Movimiento de Liberación Nacional Vasco". Por entonces ERC solo valía un diputado.

La participación reina se había registrado, precisamente, en las elecciones que 14 años antes, en 1982, que dieron acceso a González a la Moncloa, poniendo fin a la Transición. Un periodo histórico que había comenzado cinco años antes con las primeras elecciones de la democracia, el 15 de junio de 1977. Votó, en medio de una fiesta colectiva, el 78,83%, la segunda mayor afluencia a unas legislativas del posfranquismo.