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Sánchez abre un nuevo tiempo político

El líder socialista, séptimo presidente de la democracia al ganar la censura, toma posesión hoy e intentará tener Presupuestos en 2019 - Podemos le pide un Gobierno "integrador"

Pedro Sánchez se convirtió ayer en el séptimo presidente de la democracia al salir triunfante de la moción de censura que el PSOE presentó contra Mariano Rajoy, que, por su parte, pasa a ser el primer jefe del Ejecutivo que cae derribado por este mecanismo constitucional. Sánchez, que hoy prometerá o jurará su cargo ante Felipe VI a las 11.00 horas en la Zarzuela, obtuvo la confianza del Congreso al cosechar 180 votos a favor, frente a 169 en contra y 1 abstención. El investido asumió el cargo prometiendo "consenso", "humildad" y "entrega" ante los desafíos que tiene el país.

No hubo sorpresas de última hora, tras haber desvelado la víspera el PNV, el PDeCAT y ERC que votarían por el secretario general socialista, pero sí un tramo final del debate que estuvo cargado de reproches. En su intervención, el portavoz del PP, Rafael Hernando, mostró a las claras el enfado de su grupo no ya con el PSOE, sino también, y sobre todo, con Ciudadanos, formación a la que el diputado popular consideró "colaborador necesario" de la moción de censura, por haber dado por "amortizada" la legislatura en su discurso del jueves.

Pero Hernando repartió duras críticas también para el grupo proponente de la censura. Así, acusó a Sánchez de "mendigar" el respaldo de los independentistas catalanes, poniendo "en jaque" la unidad de España, y le conminó a revelar a la Cámara a cambio de qué ha obtenido sus "síes", advirtiéndole que el PP no permitirá que los "delincuentes", en alusión a los políticos soberanistas encarcelados o prófugos de la justicia, se beneficien de "indultos", ni tengan "impunidad ni inmunidad". Y resumió las inquietudes de su grupo en esta pregunta: "¿Qué es lo que no quiere contar esta mañana?".

También se empleó con dureza para afear a Sánchez que aceptara los votos de Bildu, y le preguntó si ahora podrá mirar a la cara a las víctimas de ETA, a lo que el candidato respondió: "Yo también tengo víctimas", en alusión a los políticos socialistas asesinados por la banda. Y a los nacionalistas vascos, de los que dijo que siempre pensó que eran gente de palabra, les espetó: "Vuelven a los tiempos de Ibarretxe".

Se despidió con una seria advertencia a Sánchez, a cuenta de la escasa renta de diputados de que dispone para sostener su Gobierno: "Seguiremos viéndonos, usted desde donde esté y nosotros con 137 escaños y la mayoría absoluta en el Senado".

Mucho más escueta fue la portavoz del PSOE, Margarita Robles, que quiso poner en valor la "esperanza" y la "ilusión" que generaron en su día los primeros gobiernos de Felipe González (1982) y José Luis Rodríguez Zapatero (2004) y prometió que el de Pedro Sánchez será un Ejecutivo de "cambio" forjado en la "convicción, la fuerza y la responsabilidad". Un Ejecutivo, dijo después de finalizar la votación, en el que Robles no cree que haya "hueco para Pablo Iglesias".

Tras recibir 180 votos, el nuevo presidente, consciente del nuevo tiempo político que se abre con su investidura, dijo que ayer se había escrito "una nueva página de la democracia" española. Y marcó su objetivo prioritario: "Dignificar una democracia firme, fuerte, con instituciones ejemplares". Pero además de insistir en las tareas la regeneración democrática, estabilidad presupuestaria y compromiso con Europa que se ha impuesto, no se olvidó de los partidos nacionalistas e independentistas que le apoyaron y prometió trabajar por la "convivencia territorial".

Tampoco ocultó la enorme complejidad que entrañan todas esas tareas, dado su exiguo soporte parlamentario. Pero dijo que esa es ahora la realidad política dominante en las democracias europeas: "Parlamentos fragmentados y democracias que trabajan por el consenso y el diálogo". Y precisó: "Lo que no hay son gobiernos dirigidos por partidos sentenciados por la justicia".

Concluido el debate y la votación, los diputados de Podemos celebraron la investidura del socialista como si fuera propia al grito de: "Sí, se puede". Iglesias y Sánchez se abrazaron, aunque el abrazo fue más intenso por parte del primero que del segundo, y el líder de Podemos salió después al patio del Congreso con otros diputados, puño en alto, para reunirse con algunos ciudadanos que se estaban manifestando en contra de Rajoy. Fue en ese momento cuando el cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero abordó a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y cogiéndola por los hombros, sonriendo, le soltó: "Me alegro que os vayáis". A lo que la popular respondió: "A mí no me alegra que lleguéis, pero esto es la democracia".

Alegría y celebración, la de Podemos, que contrastó con la frialdad con que Ciudadanos recibió la victoria de Sánchez, visualizada en el gélido abrazo del líder del PSOE y Albert Rivera, y el protocolario estrecharse las manos de Sánchez y Rajoy, al pie de una de las escaleras que conducen a la bancada socialista.

Pero sobre lo que el ya casi presidente sigue sin decir nada es sobre los insistentes ofrecimientos de Iglesias de entrar en el Gobierno. Minutos antes de iniciarse la segunda jornada del debate, el líder de Podemos había repetido su idea de que, por "responsabilidad", Sánchez debe aceptar formar un Gobierno "integrador que dé estabilidad a España". Y lo razonó así: "Es muy difícil dar estabilidad a un Gobierno con 84 diputados".

El deseo de Iglesias es agotar la legislatura y fuentes socialistas citadas por la agencia "Efe" se atrevieron por fin ayer a aventurar la duración del nuevo Gobierno, que será "pequeño": un año o año y medio. Además, Sánchez anunció que intentará contar con presupuestos propios en 2019, para no tener que prorrogar los del PP.

Ciudadanos, por su parte, avanzó que su grupo someterá al nuevo jefe del Ejecutivo a una oposición "dura" y pronosticó que habrá que celebrar elecciones en "pocos meses". Rivera vaticinó además que el Gobierno del PSOE será débil y estará "hipotecado" por los independentistas catalanes y los populistas, en alusión a Podemos, lo que le llevó a preguntarse si será "leal" a la Constitución y a los españoles o cederá a las presiones de los secesionistas.

El lendakari, Iñigo Urkullu, ofreció a Sánchez "diálogo permanente", garantizando que siempre mantendrá "la relación institucional" con Moncloa. Pero le reclamó que cumpla el Estatuto, avance en el autogobierno y aborde una reflexión sobre el modelo territorial.

Más audaz fue el presidente catalán, Joaquim Torra, que demanda de Sánchez que asuma "riesgos" y ya la urge la apertura de negociaciones bilaterales para afrontar la situación "gravísima" de Cataluña.

Aparte, fuentes del PDeCAT le solicitaron el levantamiento de los controles a las finanzas de la Generalitat, que Sánchez pactó semanas atrás con Rajoy, y la retirada del decreto para facilitar la salida de empresas de Cataluña, aprobado durante la crisis política del pasado octubre. En las últimas semanas, el nuevo jefe del Ejecutivo se abrió incluso a intervenir TV3 en una hipotética reedición del 155.

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