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ETA impone su disciplina a los presos

Los reclusos que abandonan las directrices de la banda son todavía una cuarta parte

Las tres cuartas partes de los presos de ETA que cumplen condena siguen bajo los rigores del régimen cerrado, con menos horas de patio y ajenos a cualquier actividad o trabajo de los que organiza la prisión. De los 421 internos de la organización terrorista con sentencia firme, 322 están clasificados en primer grado y 94 están en segundo grado o régimen ordinario, al que acceden la inmensa mayoría de los que renuncian a la disciplina de la banda, según fuentes penitenciarias.

Los condenados por terrorismo de ETA que siguen los “txapeos” -encierros en la propia celda negándose a disfrutar de las horas de patio-, el rechazo a la comida, la exhibición de pancartas y las concentraciones en los lugares comunes, protestando por la dispersión, tienen muchas posibilidades de ser considerados conflictivos y clasificado en régimen cerrado. En la actualidad, un 76 por ciento.

Si un preso ignora a la dirección de ETA y abandona esas actitudes suele ser reclasificado en segundo grado. Sin embargo, en ese régimen ordinario también caben presos de la banda, sujetos a las órdenes impuestas en el “frente de makos”, pero a los que Prisiones no considera especialmente conflictivos.

Instituciones Penitenciarias revisa la clasificación de los presos cada tres meses. Los criterios para aplicar el régimen cerrado a los internos, terroristas o no, son variados. En el primer grado caben miembros de la banda por el hecho de tener delitos de sangre, pero también otros, que pueden estar condenados por colaboración o “kale borroka”.

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