La dosis de realidad con respecto a la emergencia climática ha llegado esta semana con doble ración. Si el informe de la Convención Marco de la ONU frente al cambio climático (CMNUCC), publicado en vísperas de la COP27, denunciaba como “insuficientes” los pasos dados hasta ahora a nivel mundial para cumplir el Acuerdo de París y limitar el aumento de la temperatura del globo a 1,5ºC; una nueva edición del estudio de la revista The Lancet iba todavía más allá y alertaba de que continuamos aplicando estrategias que amenazan cada vez más la salud y supervivencia de las personas.

Como respuesta a este último documento, el secretario general de la ONU, António Guterres, no dudó en abogar por las inversiones masivas y sensatas en energías renovables: “La ciencia es clara al respecto: garantizarán una vida más sana y más segura”, dijo en declaraciones recogidas por EFE y es que hete aquí una de las claves que nos dicen que todavía hay esperanza. 

Cada vez son más los expertos que apuntan a una única solución a dos graves problemas como son el cambio climático y la dependencia energética de Rusia: apostar por un modelo cada vez más basado en alternativas renovables, como la energía solar, la energía eólica, la biomasa o los gases renovables (biogas, biometano e hidrogeno verde), entre otros, y esto se siente en los movimientos de las instituciones y mercados. 

Así y por ejemplo, según las conclusiones del informe anual ‘Low Emissions Scenario’ realizado por la energética noruega Statkraft: “La energía solar está creciendo a un ritmo mayor de lo previsto y se prevé que el continente tenga más capacidad solar en el año 2030 que la que se esperaba antes de la guerra de Ucrania”. 

Autoridades europeas y nacionales tratan así de acelerar el impulso a estas energías con nuevos paquetes de ayudas al tiempo que buscan reducir las trabas administrativas y burocráticas existentes. 

Precisamente y también esta semana, los Veintisiete han acordado imponer el objetivo de cero emisiones a todos los edificios de nueva construcción a partir de 2030 — un reto de neutralidad en emisiones que creen deberá exigirse al conjunto del parque inmobiliario en 2050—. Y las renovables y la transición energética también son protagonistas en el último plan de contingencia del Gobierno español — Plan Más Seguridad Energética (+SE)—, aprobado hace menos de un mes. 

Una hoja de ruta que quiere dar otro impulso a los tejados solares, las comunidades energéticas y el autoconsumo, con 500 millones de euros y nuevas facilidades; además de agilizar los proyectos renovables y aumentar el apoyo al refuerzo de las capacidades industriales de la transición energética, sobresaliendo un incremento de 1.000 millones a la dotación del PERTE de Renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento, así como un nuevo PERTE de Descarbonización de la Industria.

Galicia, un polo energético innovador

Por su parte, la Xunta ya ha dicho que aspira a que las renovables representen el 84,80 % de la generación de energía eléctrica y alcanzar la neutralidad climática en 2050. En este sentido, el director general de Planificación Energética y Recursos Naturales del ejecutivo autonómico, Pablo Fernández Vila, considera fundamental trabajar del lado de la demanda y promover la descarbonización de los sectores económicos y sociales en el ámbito del plan Agenda Energética de Galicia 2030. 

Así lo expresó durante su comparecencia a petición propia en una comisión del Parlamento de Galicia, durante la que insistió en que “uno de los principales desafíos es conseguir dar respuesta a la demanda energética cumpliendo los compromisos de la descarbonización”. Además, Vila explicó que, desde 2020 en Galicia ya se han “superado” algunos de los objetivos establecidos para 2030 en el plan nacional integrado de energía y clima, cumpliendo de esta forma con los objetivos de consumo de energía final y de generación de energía eléctrica con fuentes renovables.

Aludió a la necesidad de reducir la dependencia energética del exterior y trabajar hacia un modelo sostenible y un nuevo ‘mix energético’ (combinación de las diferentes fuentes de energía), garantizando la seguridad del suministro e impulsando tecnologías como el denominado hidrógeno verde, los biocombustibles, la eólica marina o el almacenamiento energético, entre otros.

“El principio de eficiencia energética es más necesario que nunca y debe ser prioridad en las actuaciones en todos los sectores económicos y sociales”, subrayó para pasar a destacar como clave la innovación tecnológica en el sector energético en el contexto actual, por lo que indicó que la Xunta pretende que Galicia “se posicione como un polo energético innovador”.