Si la política tiene mucho de teatrillo, disimulo y exageración de los verdaderos sentimientos, en las noches electorales este fenómeno suele alcanzar uno de sus momentos estelares. El 25-S no ha sido una excepción y tras conocerse el veredicto de las urnas, nuestros políticos locales se entregaron al ritual de cada cita: desde el sorprendente frenesí de unos, a los aplausos y suspiros de alivio de otros. Tampoco faltaron los chascos de quienes ya saboreaban la victoria total y se habían repartido los cargos; ni la cara de póker de los que encajan la derrota como una victoria, un palo asumible que les carga de razones para exigir las cabezas de sus adversarios... y sin embargo, compañeros de partido.

| El subidón. La reacción en la sede del PP vigués invita a la perplejidad, si esto es todavía posible cuando se habla de política y de partidos. Saltos, abrazos, danzas, besos, gritos, aplausos... Los populares se vinieron arriba como en el clímax de una despedida de soltero/a. Solo faltó el estriptis. ¿Era para tanto? Veamos. El PP ganó las elecciones en Vigo. Esto es indiscutible y motivo de satisfacción. Ahora bien, lo hizo con un 34,4% de apoyos, solo un 0,2% más que en 2012. Feijóo -que tiene su residencia en Vigo- ve cómo su partido apenas crece aquí mientras en las otras ciudades sus apoyos superan el 42%. Si a esto añadimos que dos de cada tres vigueses votan a la izquierda, la reconquista de la Alcaldía olívica está bien lejos. Así que esa euforia desatada, ese "campeoooooones, oééoééoéééoée...", suena a pelín precipitado.

| El gatillazo. Cuando saltas al campo pensando en que la final está ganada e incluso ya te has visto en la foto levantando el trofeo y regresas a la caseta con un buen resultado pero sin victoria ni copa ni foto ni ná de ná, la tentación de caer en la depre es humana. Porque ¿quién se acuerda de los segundos? En Marea ha obtenido este 25-S un balance excelente, con 41.000 votos (el 27,6% de los electores). Se ha aupado como segunda fuerza, aventajando al PSOE en más de 7.500 papeletas. En condiciones normales sería para celebrarlo. ¡¡¡Arriba esas gaitas!!! No fue así. Al contrario. Caras largas, tristes, frustradas. En la sede ni se tomaron una caña y su líder Carmen Santos les dejó plantados para protegerse en Compostela. Rubén Pérez, el portavoz local, atribuye el chasco a que pecaron "de altas expectativas". O sea, un gatillazo. Y no es el primero. La cosa empieza a ser preocupante en un partido tan joven.

| La vendetta. El PSOE ha afrontado el 25-S con una distancia emocional y física extraordinaria. La torpeza/arrogancia de Pedro Sánchez y la miopía de Xaquín Fernández Leiceaga en estas elecciones han sido supinas. No se pueden hacer peor las cosas. Si tienes escasísimas opciones de ganar el partido y además cabreas al tipo que te puede marcar un puñado de goles [Abel Caballero] colocando a su lado a quien ha pedido públicamente su retirada [Gonzalo Caballero]... pues qué más se puede añadir. Pese a jugar con desgana, como una pachanga en el que el objetivo es evitar lesionados, el PSOE vigués obtuvo un mal resultado pero defendible. El mejor de los socialistas en una ciudad gallega. Y eso que la alineación era equivocada, la táctica desafortunada, el entrenador carecía de carisma, el presidente había encharcado el campo y hasta las camisetas llegaron a última hora con los dorsales cambiados. Hasta empatar era imposible. Pasado el trago, Caballero exige ahora responsabilidades -o sea, cabezas- a la dirección gallega del partido y a Sánchez y esos cerebritos de Ferraz que con sus decisiones estrafalarias intentaron humillarle y, como efecto colateral, le facilitaron la goleada al pichichi Feijóo.

| El funeral cancelado. Cuando uno va al médico y recibe un diagnóstico casi definitivo, regresa a casa pensando en cómo despedirse de sus seres queridos, dejar las cosas atadas -testamentos, funerarias...- y prepararse para lo peor. Esto se acaba, pero al menos hagámoslo con dignidad, sin arriar la bandera. Pero ¿y si dos semanas después resulta que otros doctores -los que de verdad deciden- cambian el diagnóstico y te dicen que sí, bueno, que estás fastidiado, que sufrirás un poquito, tendrás dolores agudos, pero que seguirás con vida al menos otros cuatro años? ¿Qué haría usted? Pues seguramente lo que han hecho los militantes del BNG: festejarlo. Con algunos votos menos, más delgados y con más heridas, pero ¡¡¡vivos!!! Y eso es lo que de verdad cuenta.