Cambio climático

El aeropuerto de Ámsterdam quiere encogerse para reducir sus emisiones

Schiphol tiene que reducir el 32% de sus emisiones de CO2 en 2030, un objetivo que solo se puede conseguir reduciendo el número de vuelos

Aviones de KLM en el aeropuerto de Schipol.

Aviones de KLM en el aeropuerto de Schipol. / EFE

Michele Catanzaro

El aeropuerto de Amsterdam (Schiphol), uno de los hubs internacionales de la aviación, no solo no pretende expandirse, sino que planifica encogerse. La razón: la aviación puede cumplir la parte que le toca para mantener el cambio climático a raya solo si reduce el número de vuelos dentro de esta década. La mejoras tecnológicas, como los combustibles sostenibles, pueden ayudar, pero no son suficientes.

Así lo sostiene un informe publicado por el aeropuerto la semana pasada. En él, se cuantifica al escaso presupuesto de carbono que le queda por emitir para no contribuir a disparar el calentamiento por encima de 1,5 grados, el umbral fijado por Acuerdo de París para evitar los peores efectos del cambio climático.

Para no rebasar ese umbral, Schiphol tiene que reducir el 32% de sus emisiones de CO2 en 2030. Un 20% se puede conseguir con mejoras tecnológicas y organizativas. Pero el 12% restante se puede obtener sólo con la “gestión de la demanda”, un eufemismo para referirse a la reducción de los vuelos.

“La industria aeronáutica prefiere no preguntar qué cantidad de aviación es admisible. Pero el aeropuerto pertenece al estado y debe beneficiar a la sociedad neerlandesa. ¿Cuál es la cantidad de vuelos óptima para esta sociedad?”, pregunta Stefan Grebe, responsable de aviación de la consultora CE Delft, que ha participado en el informe. “Nos hemos preguntado cuánto Schiphol cabe en un mundo compatible con los objetivos de París”, afirma Bram Peerlings, investigador en aviación sostenible del Netherlands Aerospace Centre, también coautor del informe. 

Ruido y nitrógeno

Hace dos años, el gobierno neerlandés planteó reducir los vuelos en Schiphol de 500.000 a 440.000. Las motivaciones principales son que el aeródromo incumple los límites legales de ruido y de emisiones de nitrógeno

Los vecinos del aeropuerto y el poderoso movimiento ganadero neerlandés (amenazado con tener que cargar ellos con parte del recorte de nitrógeno por las emisiones de sus animales) han puesto suficiente presión para que un gobierno derechista y pronegocios haya abrazado la causa del decrecimiento. 

Las organizaciones vecinales han multiplicado las denuncias. “Hay miedo de que el aeropuerto pierda el permiso de operar, si llegan a tribunales europeos”, explica Grebe. Además, reducir el ruido del aeródromo permitiría construir a su alrededor, algo muy codiciado en un país con una enorme escasez de vivienda.

Los pasajeros en tránsito no aportan mucho a la economía neerlandesa. Si se toma en cuenta el coste de las emisiones, el 30% de los vuelos tiene un impacto económico negativo. Se pueden reducir vuelos sin dañar la economía”, afirma Paul Peeters, profesor de turismo sostenible en la Universidad de Breda, no implicado en el informe.

De momento, el plan de reducción del gobierno ha sido bloqueado por la Unión Europea, algo que la dirección del aeropuerto ha tildado de decepcionante. “No queremos que ningún avión despegue entre medianoche y las seis de la mañana. Los jets privados y los aviones más ruidosos no son bienvenidos”, afirma Hans van Kastel, portavoz del aeropuerto. 

El elefante del CO2

El elefante en la habitación del debate neerlandés son las emisiones de CO2 de la aviación, el principal gas responsable del cambio climático. El nuevo informe de Schiphol aborda el asunto sin miedo. El estudio parte de la cantidad de carbono que le queda por emitir a la humanidad para cumplir con el acuerdo de París: 500 gigatonas entre 2020 y 2050, para evitar rebasar los 1,5 grados de calentamiento con un 50% de probabilidades, según los cálculos del Panel Intergubernamentales sobre el Cambio Climático (IPCC).

De este cantidad, el informe atribuye a la aviación un 3,9%, según una estimación de la Agencia Internacional de la Energía. Actualmente, la aviación representa un 2,4% de las emisiones, pero va a representar más porque es uno de los sectores más difíciles de descarbonizar. El paso siguiente es repartir este 3,9% entre los aeropuertos del mundo. Los investigadores los hacen respetando las emisiones actuales, corregidas por un factor asociado al crecimiento previsible de emisiones de vuelos en Asia y África. 

“Para cumplir con el 'presupuesto de carbono' que le queda a Schiphol, hay que actuar rápidamente, dentro de los próximos diez años, para reducir emisiones. Si no, habrá que tomar medidas más drásticas después. La única solución inmediata es reducir vuelos. La eficiencia y los carburantes sostenibles llegarán demasiado tarde”, afirma Grebe. En números, en 2030 Schiphol tiene que reducir al menos un 12% de sus emisiones a base de recortar vuelos. No hay manera de eliminarlas de otra forma. 

¿Cómo se encoge un aeropuerto?

Un recorte del 12% de emisiones no quiere decir necesariamente un 12% menos de vuelos. En Schiphol, el 80% de las emisiones viene del 20% de los vuelos, los de larga distancia. “Si recortas estos, la reducción de vuelos podría ser tan pequeña como el 3%. Si al contrario recortas los vuelos de corta distancia, tendrás que reducir más”, explica Peerlings.  

El hub ha acompañado el estudio con una petición de medidas contundentes, como impuestos proporcionales a la longitud del vuelo y tasas sobre el queroseno y los vuelos privados, entre otros. “Es esencial que los contaminadores paguen”, afirma la nota del prensa del aeródromo. 

El sector de la aviación se ha comprometido a alcanzar emisiones cero en 2050. “Uno de los mensajes clave de nuestro estudio es que eso no es suficiente. También cuenta mucho el camino por el cual se llega allí”, concluye Peerlings.

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