El estallido de la pandemia y el batacazo que supuso para el comercio textil, uno de los sectores más afectados por el parón de la actividad y el consumo, pillaron a Adolfo Domínguez en plena fase de recuperación tras varios años dificilísimos en los números y en los puestos directivos. Aún así, la compañía optó por no sentarse a esperar e incluso se lanzó a consolidar el relevo generacional en la cúpula.
El fundador se retiró y su hija Adriana Domínguez asumió la presidencia con el objetivo de revolucionar la operativa interna y, a la vez, volver a la esencia en las colecciones y ser “una firma de moda de autor”. Para evitar males mayores, la mítica firma textil pactó un ERE con los sindicatos para dar salida a 259 trabajadores y repensó su red comercial. Dos años después, la facturación roza por fin las cifras previas al COVID-19.
En todos los mercados
Las ventas se elevaron un 31% durante el primer trimestre del nuevo ejercicio fiscal, hasta los 19,2 millones de euros, según la información remitida ayer a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En superficie comparable, la cifra de negocio medró casi un 26%. Se abrieron 6 nuevas tiendas (una en España, dos en Japón y tres en Chipre), que se suman a las 24 inauguradas durante el año pasado. Los ingresos aumentaron en todos los mercados.
La buena marcha de la facturación permite a Adolfo Domínguez reducir un 74% las pérdidas, que se situaron en 2,2 millones de euros. Van ya cuatro trimestres consecutivos con el resultado de explotación (ebitda) en positivo. Rozó el millón de euros entre marzo y mayo. “Nuestra facturación está al 94% respecto a los niveles pre-COVID de 2019 y es más rentable: mejoramos nuestro margen sobre ventas hasta el 69%”, destaca Antonio Puente, el consejero delegado, que destaca también “la mejora de la eficiencia y las ventas por tienda”.
