Las cubas se paran. La que había sido línea roja de la lucha de los trabajadores de la última fábrica de Alcoa en España, la de San Cibrao (Cervo, Lugo), ha sido traspasada en aras de un futuro industrial mejor a partir de 2024. La plantilla de A Mariña ha dicho “sí” –con un 70% de los votos– a la parada de las cubas de electrólisis y el consecuente cese de actividad propuesto por Alcoa durante dos años, con la promesa de negociar tarifas eléctricas y reanudar la producción en 2024. Hasta entonces, España se queda sin ninguna fabricación de aluminio primario y esto es una “auténtica hecatombe”, a juicio del presidente del comité de San Cibrao, José Antonio Zan.

El recuento de la madrugada de ayer dejó clara la postura de los trabajadores. De los 1.063 censados –entre la planta de aluminio y la de alúmina–, los votos emitidos fueron 808, y, de ellos, 663 a favor (69,68%), 196 en contra (24,26%), 40 en blanco (4,95%) y 9 nulos (9,11%). En las empresas contratistas, que también podían ejercer este derecho, el panorama fue otro: las papeletas sumaron 180, y de estas 105 en contra (58,3%), 54 a favor (30%), y 21 en blanco (11,7%).

El acuerdo pone fin a cerca de dos años de encarnizado conflicto laboral en San Cibrao, en los que el primer escenario que planteaba la empresa era el cierre. Ni la pretendida intervención pública ni la venta a otro grupo industrial fructificaron en este tiempo. Tampoco la empresa pudo aplicar el despido masivo que planeaba, declarado nulo por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia hace un año –con la prohibición de parar las cubas– y por el Supremo definitivamente este otoño. Fue a partir de entonces cuando Alcoa accedió a una propuesta “a largo plazo” para San Cibrao que por primera vez pasaba por mantenerse como fabricante. Es la que los trabajadores acaban de aceptar como opción “menos mala”. Con ella levantan la huelga indefinida que mantenían desde septiembre y entran en una nueva fase, con la tranquilidad de seguir cobrando sus sueldos durante el cese de actividad y con el compromiso de la empresa de que la instalación será mejorada con una inversión de 90 millones de euros (103 millones de dólares) para su “viabilidad futura y crecimiento de la planta, incluido el reinicio de las cubas de electrólisis”, un rearranque que conlleva complejidad técnica y un alto coste económico.