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Crisis de Barreras: Tres meses pasando los lunes al sol

La parálisis del astillero mandó a casa en octubre a más de un millar de trabajadores de la industria auxiliar

Marcelo, exempleado de una auxiliar de Barreras, con el "Evrima" al fondo. // R. Grobas

Hasta el 9 de octubre vivía dentro de un calendario espartano. Su lunes-a-viernes, los minutos del bocadillo, los de las veladas, el parte de horas a bordo, el límite de pasar el torno -los tres, en realidad: entrada, varadero y barco- y cambiarse. De ponerse una funda que espera por él, en algún sitio del barracón de obra, a los pies miles de toneladas de acero. "Si llegas aquí a las seis menos cinco encuentras bien dónde aparcar. Bueno, si llegabas..." Marcelo está en paro desde aquel miércoles, una semana después de la parosolicitud de preconcurso de Hijos de J. Barreras. Ahora, sentado junto al astillero, comprueba la hora en el móvil, solo de vez en cuando. "¿Qué día es hoy?" Y es un sábado cualquiera, como el lunes de Fran o el de María (es un nombre ficticio, teme que no la vuelvan a llamar de la que era su empresa). "¿Se sabe algo?" Una semana tras otra. Van nueve. Sin trajín en la compañía, en Beiramar solo se escucha el tráfico, el pertrechar de los barcos de Malvinas y el ronroneo de un par de cañas de pescar. "Es triste, solamente pienso eso. Con 1.800 personas en tres turnos como había aquí y verlo así, como abandonado, me da pena".

Nadie ha calmado los nervios de cientos de operarios que esperan noticias en casa. La parálisis en julio del proyecto Havila, con la construcción de dos cruceros gemelos para una armadora noruega, ya había adelgazado el avispero de trabajadores en Beiramar, pero fue la declaración de insolvencia la que cortó esa marcada rutina del naval para unas 1.200 personas. "La gente que no tenía derecho a prestación se empezó a buscar la vida desde el primer momento. Yo tengo [paro] hasta abril, pero cuento con que se arregle antes. Sé que se va a solucionar. En mi empresa, de los 40 que marchamos, la mayoría pensamos lo mismo. Nos dijeron que se iba a arreglar y confiamos en eso, nos hemos quedado esperando". A veces es un dogma de fe que muchos se niegan a abrazar. María ya no quiere volver, y no es la única. "Poca previsión, organización, falta de comunicación... Una carrera caótica hacia el abismo", lamenta una ex empleada de una de las firmas multiservicios subcontratadas por Barreras. Destaca el "buen ambiente de trabajo" y "con los compañeros". Poco más. "Menos mal que no me quedé".

La armadora de la construcción 1705 (el minicrucero de lujo Evrima), Ritz-Carlton Yacht Collection, tiene un preacuerdo para asumir la tutela operativa de Barreras, y otro para financiar los trabajos que quedan para terminar su buque. Quería haber retomado la actividad a finales de diciembre, pero los problemas han sido más tozudos que esa voluntad. No hay fecha marcada, más allá del " as soon as possible" (lo antes posible) que repite una y otra vez la compañía que dirige Douglas Prothero.

"Para nosotros fue una mentira, en parte al menos. Que había trabajo para cuatro, cinco años. Nos lo creímos. Fíjate que yo no me decidí a comprar el piso al final, estamos de alquiler". De la cartera de cinco buques con la que el astillero entró en este bucle, solo el Evrima está plenamente asegurado, siempre y cuando cristalice la hoja de ruta actual y se elimine la amenaza del concurso de acreedores. La naviera Ritz-Carlton (es su nombre comercial, la empresa es Cruise Yacht Upper Holdco) ha prorrogado la validez de un segundo pedido, pero no ha entrado en vigor. Se cancelaron los Havila -todavía hay opciones de retenerlos en Vigo, esta semana hay de nuevo reuniones con la firma que preside Per Sævik- y el ferri de 191 metros para Armas encara el mismo final. Todas las esperanzas de volver a la rutina recaen sobre el crucero de 190 metros.

"Queda mucho trabajo". Marcelo trabajó hasta el último minuto en uno de los camarotes del barco, un día antes de saber que no volvería a pasar el torno del Evrima. "Llegué como siempre", esta vez para el turno de tarde. De todos los operarios consignados por su auxiliar quedaban apenas quince, un día después de que FARO avanzara la solicitud de preconcurso. "Sellé en la entrada de fuera a las tres menos cuarto, pero el encargado nos dijo que fuéramos para casa, que no tenía choio. Hasta hoy. Que observa el barco y lo describe, cubierta a cubierta. "Espero que no se colara nada de agua". Que su último camarote siga igual que como él lo dejó hace nueve sábados.

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