Los miembros del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) pusieron sobre la mesa durante su última reunión, celebrada el pasado 25 de julio, la necesidad de hacer frente a la desaceleración económica de la zona euro con un paquete exhaustivo de medidas, en vez de llevar a cabo una secuencia de acciones aisladas, según reflejan las actas del encuentro, donde también llegó a debatirse la oportunidad de cambiar el objetivo de inflación de la institución.

Los banqueros centrales coincidieron en que las perspectivas económicas para la eurozona habían empeorado, lastradas por la debilidad del comercio internacional y la persistencia de incertidumbres relacionadas con factores geopolíticos, por lo que decidieron dar comienzo a los trabajos preparatorios para un nuevo programa de compra de activos, así como para crear un mecanismo que permita mitigar el impacto de los tipos negativos en la banca. Las actas señalan que "se expresaron algunos matices sobre el diseño de un posible paquete de políticas", ya que se argumentó que la prima de los bonos a largo plazo de la eurozona ya se había comprimido mucho tiempo.