"Se acabó la corrupción en Pemex. Ya todo ese trafique de contratos y de compras con sobreprecio que se hacía, eso ya se terminó". Fue una de las sentencias que arrojó la comparecencia pública del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO, las siglas por las que lo citan en la prensa local), que ayer levantó un poco más las alfombras de la petrolera, un gigante horadado por mordidas por las que se investiga ya a tres de los directivos que estuvieron vinculados a la construcción en Galicia de dos buques hotel ( accommodation vessels, floteles) y la entrada en el accionariado de Hijos de J. Barreras: Emilio Lozoya Austin, Carlos Roa Rodríguez y José Manuel Carrera Panizzo. De momento, las investigaciones se circunscriben a una fallida inversión de Pemex en una planta de fertilizantes. Pero López Obrador sospecha que aquel aterrizaje de Pemex en el naval gallego también causó un perjuicio en las cuentas de la compañía. "Estamos incluso revisando contratos de empresas que se tienen en España, con astilleros españoles, en donde no había un trato justo para Pemex. Todo eso se está revisando", dijo textualmente el mandatario.

No fue preguntado por ello directamente: ni por la contratación de los dos floteles ni por la compra del 51% de Barreras. Tampoco mencionó explícitamente a ninguna de las dos atarazanas. Habló de "astilleros españoles" cuando fue inquerido por el amplio manojo de filiales creadas o compradas al amparo de PMI, una de las subsidiarias de la multinacional. "Acerca de las empresas de Pemex que existen, se está llevando a cabo una limpia en general", expuso López Obrador, que se comprometió a ofrecer más datos en los próximos días. De hecho PMI Comercio Internacional es la propietaria del 51% del astillero vigués a través de PMI Holdings BV (con sede fiscal en los Países Bajos). Dentro de esa "limpia" está la decisión de la petrolera de abandonar el capital de Barreras, en el que entró con la intención de "obtener tecnología especializada en construcción naval para continuar con el proceso de renovación". El presidente de Hijos de J. Barreras, José García Costas, aseguró a Europa Press no tener "ninguna noticia directa" sobre el anuncio realizado ayer en la capital mexicana.

Las cifras de la inversión

En buena parte de la prensa mexicana nunca se entendió aquella incursión de Pemex en el sector naval de Galicia, y algunas cifras tampoco ayudan a motivarla. Según el último informe de la Auditoría Superior de la Federación (ASF, una especie de tribunal de cuentas para fiscalizar el uso de los recursos públicos federales), con fecha de febrero, el buque construido por Barreras -bautizado como Reforma Pemex- sí presta los servicios para los que fue concebido. Su última posición satelital lo situaba, hace una semana, frente a la costa de Ciudad del Carmen, al sur del golfo mexicano. El coste del buque ascendió a 3.740 millones de pesos (171 millones de euros, al cambio actual). La segunda unidad no corrió la misma suerte. El Cerro de la Pez, construido en Navantia, costó 3.115,26 millones de pesos (142,5 millones), pero permaneció amarrado en el astillero público durante 452 días; por cada jornada de atraque Pemex pagó 3.600 dólares diarios, lo que generó una factura adicional de casi 1,4 millones de euros. Se puso en venta en julio de 2017, cuando todavía estaba en Galicia. La prensa local ha publicado que se le ha buscado comprador con una depreciación de unos 80 millones de euros.

PMI Internacional fue constituida a finales de los ochenta -con Carlos Salinas de Gortari en la presidencia- bajo el amparo de leyes de derecho mercantil, no de las entidades de carácter público. López Obrador quiere cambiar ese estatus, reordenar PMI y que esta sociedad pase a estar bajo el total control del Estado, y en los últimos meses se ha desprendido de unas cuarenta subsidiarias. El hombre fuerte de PMI fue, durante años, José Manuel Carrera Panizzo, ex director corporativo de Alianzas y Nuevos Negocios de Pemex y exconsejero en Hijos de J. Barreras.