Además de los esfuerzos de internacionalización, con proyectos de crecimiento o desembarco en Sudáfrica, Mauritania, Namibia o Argentina, la industria pesquera gallega también ha consolidado posiciones en su tierra. Y, en gran medida, con instalaciones de almacenamiento y logística, además de transformación. Es el caso de Frigalsa, por ejemplo, que en octubre de 2016 estreno, en alianza con Atunlo, una base logística de túnidos en la antigua nave de Freiremar. Aportó una capacidad frigorífica extra de 4.000 toneladas.

No está lejos de Centro Loxístico Porto de Vigo (CLPV), iniciativa de Comercial Pernas, que ha concebido en un espacio que ocupaban antes Pescanova y Pescapuerta el primer centro de negocios del país centrado en actividad pesquera. Aportará además una capacidad de 5.800 toneladas de pescado congelado, sobre una planta de 3.800 metros cuadrados. El centro de negocios prevé arrancar en julio; CLPV quiere convertirse en "un punto de referencia para los negocios y empresas relacionadas con el mar".

Otra de las firmas que elevó su capacidad fue Frigoríficos de Vigo (Frivigo), que el año pasado se hizo con una nave de frío que antes ocupaba Pescanova en Bouzas. La compañía pasó a disponer entonces de 16.000 metros cuadrados de superficie en la ciudad, según los datos de la Autoridad Portuaria. Completan esta nómina dos compañías concebidas como traders: Interatlantic Fish y Worldwide Fishing Company (Wofco). En el primer caso la firma dirigida por Luis Cabaleiro consolidó su posición en Vigo con la compra de Galiciamar, que cuenta en Bouzas con dos cámaras frigoríficas con capacidad para 4.000 toneladas, así como un túnel de congelación para hasta 15 toneladas diarias. La segunda apostó por el lanzamiento de una filial, San Marco Pesca, con una factoría de elaborados en Teis (de la antigua Confremar). También ha incorporado su primer pesquero, con el que faenará bacalao al norte de Europa.

Cuestión aparte ha sido Fandicosta que, tras el siniestro que canceló buena parte de sus instalaciones de Domaio (Moaña), erigió un frigorífico con capacidad para hasta 15.000 toneladas de producto. Las obras de construcción de esta infraestructura sufrieron un retraso por la necesidad de instalar micropilotes a más de 30 metros de profundidad, ya que se asienta sobre un relleno.