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La apuesta por la bioeconomía del principal sector industrial de la comunidad

El sector alimentario gallego tira de las nuevas tecnologías para reducir los desperdicios

Clusaga diseña una estrategia innovadora para evitar pérdidas de producto en toda la cadena -Los principales retos están en el manipulado y lo que devuelven los distribuidores

Por mucho que se repitan, es difícil no llevarse las manos a la cabeza con los datos del desperdicio alimentario en el mundo. Un tercio de la producción destinada al consumo humano, casi 1.300 millones de toneladas al año, según la Organización de las Nacional Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se pierde por el camino, a lo largo de la extensa cadena que va desde el cultivo hasta la nevera. En este último eslabón, en los hogares, España es el séptimo país europeo que más productos desaprovecha. Acabaron en la basura unos 23 kilos de comida por persona en 2017, algo menos que los 26 kilos de 2016, pero, aún así, representan en 4% de la cesta de la compra, con todo lo que eso evidencia frente al drama de la pobreza, el malgasto de los recursos naturales y el impacto en el medio ambiente por la contaminación. El Clúster Alimentario de Galicia (Clusaga) impulsa junto a otras siete plataformas regionales del sector un proyecto pionero que aspirar a aprovechar las nuevas tecnologías para la reducción de las pérdidas alimentarias.

¿Dónde se desperdicia más y por qué en la fase industrial? En el momento de recibir las materias primas, las pérdidas se dan, sobre todo, porque no alcanzan la calidad necesaria o incumplen los criterios de seguridad alimentaria exigidos por ley. En esos casos, el 81% de las empresas apuntan a la presencia de materias extrañas y el 75% alega déficit de tamaño o peso.

Dentro del proceso de transformación, el 56% de las compañías alimentarias asegura que el problema se concentra en el manipulado y proceso interno - en labores mecánicas, refrigeración o cuestiones biológicas-, y, con el producto terminado, el principal problema viene de las devoluciones de los distribuidores (62%), las roturas (55%) y la caducidad (47%). "En los procedimientos de almacenamiento y logística es donde se producen la pérdidas por encima de otras tareas como el envasado o el paletizado para casi la mitad de los encuestados", apunta el informe de los clústeres, integrados en el grupo Go Savefood para apoyar el desarrollo de la bioeconomía y diseñar "una estrategia innovadora de reducción de pérdidas alimentarias".

"Lo que nos hemos dado cuenta es que las diferencias en el volumen de los desperdicios tiene más que ver con los sectores que con las comunidades", apunta Lara Rodríguez, del área de Innovación de Clusaga. Por eso en Galicia "hay mucho de sueros lácteos", dada la importancia aquí de la leche en el conjunto de la industria agroalimentaria, de cárnicas, conserveras, productos de panadería, frutería y hortaliza y café. También hemos podido comprobar -añade Rodríguez- que se pierde más en la transformación y no tanto en la recepción de las materias primas".

Aunque en diferentes proporciones, el principal destino de los desperdicios en las tres fases es la alimentación animal, que en Galicia supone, además, una pata fundamental dentro de la industria agroalimentaria. De los más de 7.700 millones de euros de la cifra de negocio que suma el sector en la comunidad -desde hace años es el motor industrial tras superar a la automoción-, unos 836 millones proceden de la fabricación de piensos.

La radiografía del origen, el destino y la tipología de las pérdidas permite a los clústeres identificar "los puntos críticos en el proceso de transformación" e "identificar las áreas prioritarias de actuación". "Queremos seguir investigando estos resultados preliminares, hacer un estudio más exhaustivo, para presentar un proyecto de innovación", remarca la técnica de Clusaga, que pone el acento en "el gran interés" que hay entre las firmas agrolimentarias gallegas para mejorar. "La mitad, que es un resultado que nos sorprende para bien, tiene un departamento de gestión medioambiental -continúa- y casi siete de cada diez quiere conocer nuevas tecnologías y prácticas para adaptarlas".

Ahí está la clave del proyecto, el apoyo en las enormes oportunidades de la industria 4.0. "Las ventajas son claras", apunta Lara Rodríguez. La automatización, por ejemplo, aumenta el rendimiento. "La digitalización de los datos de producción ayuda a tomar mejores decisiones y puede evitar perder un stock de muchas toneladas, incluso una mejor gestión de los productos con taras o blindar la seguridad alimentaria", señala.

La intención de Go Savefood, bajo el paraguas del Plan Nacional de Desarrollo Rural 2014-2020 y con financiación del Gobierno y el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader), es llevar toda esa información a "una guía práctica" que recoja nuevas tecnologías y "optimice las ya disponibles" para minimizar los descartes y abrir una puerta a la investigación y al desarrollo de "soluciones para su reaprovechamiento". Clusaga quiere también proponer proyectos concretos que sirvan de ejemplo de buenas prácticas.

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