Pescanova tiene una importancia capital para la economía gallega. Su futuro nos debería importar a todos los gallegos. Y mucho. En estos momentos tiene ante sí dos retos. Ambos de naturaleza financiera y que tienen mucho que ver con lo que ha ocurrido con las dos cajas y el Banco Pastor. Vayamos por partes.

Pescanova es una empresa que no tiene problemas con su cuenta de explotación. Su facturación y sus beneficios siguen al alza a pesar de la crisis. Su implantación internacional y su extraordinaria eficacia comercial sostienen estas cifras. Lo que tiene Pescanova es un doble problema con el pasivo de su balance. En otras palabras, es una muy buena empresa, con presente y futuro. Pero es una firma que tiene dos enormes grietas que, si no son reparadas a tiempo, podrían llegar a generar daños irreparables a la economía gallega. Una economía que está sufriendo una terrible crisis industrial y una preocupante pérdida de control sobre empresas clave, comenzando por las financieras antes referidas.

El primer problema es su fortísimo apalancamiento. El crecimiento de la empresa se ha hecho utilizando capitales ajenos. Hace apenas seis años se pensaba que el crédito era ilimitado, que sobraban capitales ansiosos de invertir y que la financiación en forma de deuda no era un problema. En muchas empresas había discusiones acaloradas sobre este asunto. Los más veteranos eran más remisos a creerse lo que los directivos más jóvenes daban por verdad absoluta. En Pescanova parece que se impuso la posición menos prudente, empujada sin duda por la ventaja de contar con potentes prestamistas autóctonos, y se optó por niveles de endeudamiento que hoy son muy difíciles de gestionar.

El segundo problema tiene que ver con el capital propio de la empresa. En particular, con la retirada de las entidades financieras gallegas, el núcleo duro de accionistas gallegos se ha diluido. El riesgo de una OPA foránea es elevado: la empresa es muy atractiva y no muy cara.

Por tanto, el futuro pasa por actuar en un triple frente. En primer lugar, vender activos de importancia menor para la empresa para reducir el apalancamiento. En segundo lugar, renegociar pasivos para ganar tiempo y metabolizar el exceso de endeudamiento. En tercer lugar, reforzar el capital vinculado a Galicia. Obviamente las tres líneas de actuación son responsabilidad de la propia empresa. Pero en la segunda y la tercera la Consellería de Industria debe ayudar y empujar al máximo. Sin ninguna duda, el futuro de la economía gallega pasa por empresas como Pescanova.