Cincuenta minutos después de la apertura del parqué londinense, los títulos de la aerolínea británica cotizaban a 165,3 peniques, un descenso de 6,30 peniques con respecto al cierre del miércoles.

Las acciones se recuperaron tras un arranque muy negativo, que llegó desvalorizar los títulos de BA hasta casi el 5 por ciento.

La negociación fracasó después de que ambas compañías no llegaran a un acuerdo sobre aspectos claves de la operación.

"Pese a los potenciales beneficios a largo plazo previstos para Qantas y British Airways, no hemos sido capaces de llegar ahora a un consenso", anunciaron las aerolíneas en un comunicado conjunto.

No obstante, ambas compañías seguirán operando juntas rutas entre Australia y el Reino Unido como miembros de la alianza One World, a la que también pertenece la española Iberia.

BA explicó en un comunicado, tras conocerse el fracaso de la fusión, que rechazó la posibilidad de que Qantas fuera la propietaria de más del 50% de la empresa resultante, pese a que actualmente la australiana tiene un valor de mercado mayor.

La ley australiana establece que Qantas debe tener a inversores australianos como propietarios principales y que su sede central y sus instalaciones principales deben estar en Australia.

Otro obstáculo fueron las conversaciones paralelas para una fusión entre British Airways e Iberia, a la que se hubiera opuesto el Gobierno australiano, por lo que sólo habría quedado la opción de una futura absorción de la compañía española.

Qantas tampoco estaba de acuerdo con el ratio de la fusión y el valor que hubiera supuesto para sus accionistas la operación.

De haber prosperado la operación, hubiera dado lugar a la mayor aerolínea del mundo por destinos y segunda por número de aviones, valorada en más de 5.000 millones de dólares.