La caza, en el punto de mira

El enigmático accidente sufrido por un menor, que se recupera en el hospital, en una batida de jabalí en Silleda reabre el debate sobre esta práctica en las comarcas

Jabalí muerto en una batida en montes dezanos. |   // BERNABÉ

Jabalí muerto en una batida en montes dezanos. | // BERNABÉ / a.l.v.alfonso loño

Los compañeros del silledense de 17 años que anteayer resultó herido en una batida de jabalí todavía no se explican cómo pudo haberse producido el accidente. Ramón Ares, jefe de la cuadrilla, participó con agentes de la Guardia Civil en la reconstrucción de los hechos y es incapaz de comprender qué aconteció en el instante del accidente en los montes de Saídres. “Lo que está claro es no hubo negligencia de ninguna clase”, afirma, y precisa que el joven natural de la parroquia de Cortegada ni estaba dentro de la línea de tiro. En las redes sociales se libran desde entonces intensas y a veces desafortunadas disputas entre aficionados a la caza y detractores.

Ares detalla que uno de los cazadores que participaba en la montería disparó a un jabalí, que abatió, y poco después alguien se percató que el chaval había recibido el impacto de un objeto entre la ceja y el párpado de su ojo. “Estaba a noventa grados del lugar del disparo, así que parece imposible que pudiese ser alcanzado por restos de la bala”, insiste, aunque no se descartaría que el proyectil rebotase contra algún objeto y una de las esquirlas acabase impactando en la cabeza del joven cazador. Por el momento, son conjeturas. Esta versión es compartida por otro avezado cazador silledense, que además es miembro de la cuadrilla. José Antonio Pena, que junto con otros compañeros de batida desplazaron al chaval al ambulatorio y después cooperaron en su traslado en helicóptero al Hospital Clínico de Santiago, afirma que el herido se encontraba a una importante distancia del lugar del disparo, incluso resguardado por un árbol.

El cazador herido permanecía ayer en el complejo sanitario, al que llegó consiente y sin más daños que la herida ocasionada por la presencia de un cuerpo extraño en su ojo. Después de ser sometido a distintas pruebas diagnósticas como por imagen, se está analizando la posibilidad operarlo para retirarle el minúsculo objeto que tiene alojado en el párpado. Por el momento es muy pronto para saber si tendrá una recuperación normal o el accidente podría acabar provocándole una pérdida de visión.

Los accidentes por arma de fuego son, según distintos colectivos cigenéticos, muy excepcionales por las medidas de seguridad que se toman en la organización de una montería de caza mayor en la que se emplean armas cargadas con balas, a diferencia de la caza del conejo o perdiz donde la munición empleada son cartuchos con perdigones de distinto calibre.

Aficionado desde niño

El joven de Cortegada comparte afición a la caza con otros familiares y amigos, entre ellos su padre, y es uno de los miembros más apreciados de la conocida Cuadrilla do Toxa. Anteayer el grupo se había citado en homónimo bar de Silleda, uno de los establecimientos icónicos de la comarca para los cazadores. Allí, sus compañeros le celebraron su 17 cumpleaños con una tarta en un ágape con la batidas de jabalí como casi monotema de la sobremesa. Ramón Ares explica que el herido es tan aficionado a la caza desde pequeño que por fin, el año pasado, pudo cumplir su sueño de salir al monte con un arma como sus compañeros a disfrutar de una montería. “Sacó su permiso de armas y va siempre con nosotros”, comenta el jefe de la cuadrilla. Hasta que la legislación le permitió portar un arma de fuego, el joven acudía al monte para empaparse de una práctica social muy arraigada en las comarcas. No obstante, las batidas de jabalí no lo eran tanto hasta hace años, cuando buena parte de los aficionados de la zona se decantaban por la caza menor, con el conejo, liebre, perdiz o becada como principales especies cinegéticas. La normativa autonómica permite la caza desde los 16 años, pero debe ser un adulto el que le entregue el arma en el monte y se la recoja una vez rematada la jornada cinegética.

Un fallecido en 2012

En noviembre de 2012, Adrián Areán Filloy, vecino de Graba y de 24 años de edad, fallecía en una batida en Fontao (Vila de Cruces) por el disparo de un compañero en una batida de jabalí. La víctima no llevaba chaleco de alta visibilidad.

El promedio en Galicia no llega a un fallecido al año

Luis Eusebio Fidalgo

— Presidente Federación Galega de Caza

Luis Eusebio Fidalgo, presidente de la Federación Galega de Caza

Luis Eusebio Fidalgo, presidente de la Federación Galega de Caza / F. G. C.

Este lucense preside la federación autonómica desde diciembre del año pasado. Profesor de Veterinaria de la USC en el campus de su ciudad, considera que en la “criminalización” que sufren los cazadores se deba quizá, a la indiferencia con la que se reciben estos ataques y por eso entiende que quizá sea preciso explicar a la sociedad en qué consiste esta práctica milenaria. “Pienso que se trata de un desconocimiento absoluto de la realidad. Cuando nos dibujan en las redes sociales los que están contra nosotros, nos ponen como diablos y a la población más urbanita, menos ligada al rural, la única información que le llega de los cazadores es de una persona violenta, maleducada, bebedora o irresponsable”, afirma.

Calcula que en los últimos quince años se produjeron siete víctimas mortales en todo tipo de actividad cigenética en Galicia, pero sin perder de vista que en un año la administración puede autorizar unas 20.000 batidas solo de jabalí, precisamente porque buena partir del territorio gallego fue afectado como zona de emergencia cinegética por la sobrepoblación de esta especie, daños en el agro y accidentes de tráfico. “Creo que han sido muy eficaces, porque la población de jabalí ha descendido”, manifiesta.

El dirigente del colectivo autonómico recuerda que en la comunidad autónoma hay unas 35.000 licencias federativas y la mayor parte de las jornadas de caza se saldan sin incidentes. A su juicio, las monterías de jabalí no tienen porque entrañar más riesgos que la caza de conejo, perdiz o becada, a pesar de que reconoce que en cierta medida es algo que efectivamente está extendido socialmente. “La caza de jabalí no es peligrosa siempre que se mantengan las normas del desarrollo de la cacería, normativa en la que tanto la administración pública autonómica como en los cursos de formación sobre seguridad que impartimos en la federación, por ejemplo. Manteniendo la atención a estas cuestiones, no es en absoluto peligrosa”. A diferencia de otras prácticas de caza menor, las batidas del cerdo bravo son más grupales, “pero tenemos muchísimos accidentes menos por ejemplo que los registrados en las federaciones de algunos deportes como senderismo o ciclismo”, afirma Fildalgo, mientras precisamente está dando una caminata por el monte. El año que acabamos de despedir se cerró sin víctimas mortales, recuerda y con seis heridos.

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