“Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales.” (Miguel Delibes)

Hoy toca despedir a una buena persona y, también, a uno de los nuestros. Tengo para mí que al igual que desde ayer resulta difícil poder aparcar en el tanatorio de O Deza y es necesario esperar para poder dar el pésame a la familia del malogrado Bernardino Seijas Calviño, la iglesia parroquial de Lalín pondrá a prueba su capacidad, esta tarde a partir de las 20.45 horas, durante las exequias por el eterno descanso del empresario lalinense. Nardo Bernabé –como todo el mundo lo conocía– falleció en la madrugada de ayer en su domicilio de Filgueiroa rodeado de los suyos. Su desconsolada viuda Gloria, sus hijas Patricia, Lucía, Tamara y Ángela, su nietecita Mariña, y por supuesto sus hermanos Celso (Pacholo), Antonio (Chicho), Nieves (Chucha), Manolo, Ana y Carlos reciben desde entonces el cariño de todos los que de alguna forma tuvieron relación con el risueño integrante de la firma Bernabé Fotografía.

El Diccionario de la lengua española define bonhomía como “afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento”. Una descripción que coincide como anillo al dedo con la figura de Nardo Bernabé. Nacido en 1960 en Lalín en el seno de una familia vinculada al mundo de la fotografía desde el mismo año de su alumbramiento, este emprendedor dotado para las relaciones públicas como pocos contrajo matrimonio con la mujer de su vida en 1981, fruto del cual tuvieron a cuatro mujeres que coinciden en destacar la ambición que su padre les inculcó desde pequeñas por ser mejores en todos los aspectos de su vida. Durante más de tres décadas Nardo Bernabé fue la cabeza visible de la empresa familiar en Silleda, donde también ha dejado una profunda huella en los distintos sectores sociales del municipio.

Amigos de Galicia

Si su actividad empresarial era pública y notoria, la vertiente social de Nardo Bernabé tampoco le iba a la zaga. Desde la Fundación Amigos de Galicia lamentaban ayer profundamente su muerte indicando que “queremos testimoniar nuestras condolencias por el fallecimiento de Bernardino Seijas Calviño, patrono de la entidad”. El comunicado de la fundación hace hincapié en que el difunto “era un hombre partícipe del mundo empresarial de la comarca de Deza y colaborador activo de la labor social que realiza la Fundación Amigos de Galicia”. Una parte importante de su patronato junto a los amigos que dejó en la fundación también han confirmado su presencia en el funeral de esta tarde en el templo de Nosa Señora das Dores de la capital dezana.

Para la historia también quedarán las intervenciones de Nardo Bernabé como “speaker” dicharachero en los recordados concursos de disfraces durante los carnavales en la década de los 80 y los 90 de la emblemática sala de fiestas lalinense Krakatoa. Suyo era el micrófono y también el ritmo de unos eventos esperados por los más jóvenes y en los que los mejores disfraces eran premiados ante la presencia de este risueño maestro de ceremonias. Nardo Bernabé llegó a convertirse en el alma máter de aquel acontecimiento social del municipio de Lalín con certámenes inolvidables.

Con él se va todo un “buenazo”, que es como a muchos nos gustaba llamarle cada vez que de manera servicial se ofrecía en la delegación de FARO DE VIGO para lo que fuera necesario. Su agitada vida social y empresarial contribuyeron a dar a conocer a muchos personajes del ámbito local, comarcal, regional, nacional e internacional a través de las páginas del decano de la prensa española. Profesionales liberales, políticos, artistas o eclesiásticos, entre otros, fueron desfilando por este periódico tras la eficaz y certera mediación de Nardo.

Por último, echaremos de menos la inseparable carraspera que precedía siempre a sus opiniones, propia de los que se piensan muy bien lo que van a decir. Pero, sobre todo, extrañaremos aquella sonrisa que le acompañaba como su mejor tarjeta de presentación. Porque desde el maldito día de ayer ya nos falta la sonrisa de los Bernabé.

Grazas, amigo Nardo

Nardo era Bernabé en Silleda, e iso xa é dicir moito, o irmán da ilustre saga de fotografía afincada en Lalín que cruzou o Deza para converterse nun trasdezán máis. Pero con seu innegable e dificilmente igualable don de xentes, en pouco tempo xa era, non so un comerciante coñecido, e recoñecido, senón un veciño, por moito que o seu fogar estivera no seu concello natal, e un amigo para os que o trataron (tratamos) con certa asiduidade.

Poucos, por non dicir ninguén, dos que entraron na tenda de Bernabé en Silleda poderán dicir que non foron benvidos co amable sorriso, debaixo daquel bigote inconfundible, e o agarimoso saúdo de Nardo. Sempre unha boa palabra, unha frase agradable… Así era Nardo, unha persoa, unha boa persoa, que transmitía paz, confianza, seguridade. Por non falar do seu bo facer como profesional. Non é de estrañar, xa que logo, que a súa repentina e irreversible enfermidade caera coma un mazazo entre as dentes dun pobo que o tiña por un dos seus.

Coma todo veciño das terras de Trasdeza, pódese dicir que coñecía a Nardo de toda a vida. Pero a miña relación persoal con el comezou hai algo máis de vinte anos, cando empecei a formar parte da redacción de Faro de Vigo en Deza e Tabeirós-Montes dirixida entón por Cristina González, que foi quen nos “presentou”.

Nardo abriume as portas da súa tenda e da súa casa. “Aquí estamos para o que precises”. E vaia que o precisei, eu e o meu periódico, que era tamén o seu, sobre todo naqueles primeiros tempos de iniciación xornalística na miña terra, que era xa máis súa en moitos sentidos. Ir con Nardo era unha gozada, sempre che facilitaba o labor, fose abríndoche portas ou os ollos a historias que merecían ser contadas. Con Nardo sempre aprendías algo, nunca volvías coas mans baleiras e, sobre todo, traballabas a gusto e coa garantía de saberte con alguén en quen confiar.

Nardo deixa un legado impagable nos que nos consideramos amigos seus. Non digamos o que atesouran as mulleres da súa vida: Gloria, a súa dona, Patricia, Lucía, Ángela e Tamara, as súas rapazas, e a pequena Mariña. Elas eran o seu maior orgullo e o cerne dun mundo que sempre orbitou arredor desa gran familia que son os Bernabé. A todos eles, o meu máis sentido pésame e unha forte alerta. Outra para ti, amigo Nardo, e moitas grazas por todo..

*Delegado de FARO DE VIGO en Deza e Tabeirós-Montes. 

Adiós a un gran Bernabé 

El trabajo, al otro extremo de la provincia, y los compromisos me han impedido volver a Lalín y a su comarca de Deza todas las veces que me hubieran gustado. Pero esa distancia ha ayudado a mantener intacta en mi memoria una imagen muy feliz de estas tierras en las que empecé en el periodismo con FARO DE VIGO y que recorrí y conocí con la gran familia de fotógrafos Bernabé, a la que sigo teniendo como mi segunda gran familia en la comarca.

En la mañana de ayer nos despertamos con el triste fallecimiento de Nardo Seijas, uno de los siete hermanos de esta saga familiar de empresarios de la fotografía y del audiovisual, al que una enfermedad se ha llevado de forma prematura. A mi memoria vuelven esos años felices de finales de los 90 en Deza, cuando el periódico era todo analógico y las fotos se enviaban a la central en Vigo por el autobús Gómez de Castro, antes de las seis de la tarde, para que llegaran a tiempo a la impresión de la edición de papel del día siguiente. Y en esa tarea, Nardo Bernabé fue una pieza clave, como sus hermanos y sus sobrinos y sobrinas, para la implantación de la edición de FARO DE VIGO en la comarca.

En esos recuerdos de aquella primera etapa está muy presente Nardo, que desarrollaba su trabajo en la tienda de fotografía en Silleda, siempre riendo, rodeado de amigos y abriendo hospitalario aquella bodeguilla para las reuniones gastronómicas, de la que aseguraba con humor que era mejor que la famosa de Felipe González. Le recordaremos siempre con la cámara al hombro, corriendo tras una foto, recorriendo la Semana Verde o con aquel negocio de los marcos a cuestas, abriendo también de forma hospitalaria su nueva casa de Lalín junto a su mujer Gloria y sus cuatro hijas Patricia, Lucía, Tamara y Ángela...

Con su fallecimiento se va un gran Bernabé, pero es cierto que Nardo no podía estar aquí, entre todos nosotros, sin poder reír jamás y por eso se ha ido, pero su memoria nunca se borrará.

*Delegada de FARO DE VIGO en O Morrazo