En los ríos gallegos hay 58 concesiones hidroeléctricas ya caducadas, de las que 15 se asientan sobre ríos de las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes. Son datos que facilita un informe de Augas de Galicia a raíz de las quejas de varias organizaciones ecologistas y ambientalistas, ante la Unión Europea, sobre el derecho de acceso a la información ambiental.

Uno de estos colectivos, AEMS-Ríos con Vida, señala que en ese mismo informe Augas de Galicia no da una explicación clara de qué va a ocurrir con esas presas hidroeléctricas que ya no funcionan, y que además en muchos casos “presentan estados de conservación precarios y pueden ser generadoras de riesgos en caso de accidente”, recalca dicha asociación. Augas señala que no puede hablarse de una solución general para estas presas, de modo que su futuro “estará guiado por el interés general, atendiendo en cada caso concreto a su rentabilidad social, patrimonial y cultural”. Ante esta falta de concreción, Ríos con Vida asegura que “será necesaria una acción sostenida de vigilancia y denuncia de estas infraestructuras caducadas”.

Pioneras

Algunas, como la central hidroeléctrica de Ponte, sobre el río Torre (conocido también como da Gouxa o de Rosende, según el lugar), tienen su permiso extinguido desde 2001. Esta industria, ubicada en la parroquia trasdezana del mismo nombre, fue pionera en su día, pues consiguió la concesión el 12 de junio de 1922, hace casi 100 años, a petición del emprendedor Perfecto Pereiro. Luego pasó a manos de Cesáreo Sánchez Alonso, titular del derecho extinguido, que se debe a “la interrupción permanente de la explotación por causa imputable al titular durante más de tres años consecutivos”.

Es el mismo motivo por que Sánchez Alonso también tiene caducado, desde febrero de 2001, la concesión de la central Ponte Taboada, sobre el río Deza. La central vieja comenzó a producir en noviembre de 1949. Sobre aguas del Deza empezó a funcionar la hidroeléctrica Ponte Taboada II, en octubre de 1934. La concesión expiró en julio de 2009, cuando estaba a nombre de Eduardo Madriñán, tanto por el cese durante más de tres años seguidos como por incumplimiento del condicionado concesional. Una tercera central sobre el Deza, sin nombre pero con último titular a Hidroeléctrica del Deza, Goyanes y González SRL, funcionaba desde agosto de 1919, estando entre las más veteranas de la zona. El permiso dejó de estar en vigor en febrero de 2001, también por el cese de actividad durante más de tres años.

Tres sobre el Ulla

El gran río de las comarcas, el Ulla, tampoco es ajeno a construcciones que nada producen ya sobre su cauce. El informe de Augas de Galicia menciona tres: la hidroeléctrica Ponte de San Xusto y dos más, sin nombre. Ponte San Xusto tenía concesión desde noviembre de 1925, pero caducó en julio de 2000, cuando estaba a nombres de Cándido Soto Colmeiro. El permiso expiró por “incumplimiento del condicionado concesional”. La otra hidroeléctrica funcionó desde abril de 1922, y también por este motivo expiró su autorización, en enero de 2001. Tiene como titulares del derecho extinguido a García, Ouro y Vázquez SRC. Una tercera, concedida en agosto de 1950, está parada desde julio de 2008, con Cesáreo Souto Vázquez como titular. En este caso, se incumplieron los requisitos de la concesión.

Como vemos, la interrupción de la actividad durante más de tres años consecutivos es el motivo más frecuente en la caducidad de la concesión. Ocurre, también, con la de Richinol sobre el río Furelos concedida nada menos que en noviembre de 1907 (es la más antigua de las comarcas) y sin vigor desde abril de 2001, a nombre de Inocencio Fuciños Quintás; con las centrales de Belpellós y de Toxo Brea en el Arnego (la primera funcionó desde 1958 y perdió el permiso en 2001; y la segunda, activa desde 1961 hasta 2000), o dos sobre el río Liñares: la central de Pina (funcionaba desde 1899 y caducó en enero de 1998) y Porto dos Carros (desde septiembre de 1920 hasta julio de 2020).

Derribo de tostas

El listado de las hidroeléctricas caducadas en la zona se completa con Muiños das Penedas en el río Cervaña, concedida en 1943 y caducada en febrero de 2001, por estar parada durante más de tres ejercicios; la hidroeléctrica Ponte Vilariño, en Vilariño, permitida desde mayo de 1958 y caducada en noviembre de 2000 por no cumplir con las pautas de la concesión, La última, en el arroyo Cervañiña, se expidió en 2005 y su titular Hidroeléctrica de Bandeira SL; renunció a la explotación en diciembre de 2018.

No tenemos que hacer mucha memoria para recordar que la presa de salmónidos en la central de Carboeiro, en Saídres, tendría que haberse construido hace 20 año. Sin embargo, las obras comenzaron el pasado otoño, justo cuando estaba a punto de expirar la concesión, como apuntaron desde el BNG. Así es que podría estar incumpliendo la concesión hasta entonces. Cualquier construcción sobre los cauces (como ocurre con los pantanos) deben garantizar la continuidad de su fauna. De hecho, Ríos con Vida señala que la demolición de los aprovechamientos que caduquen en el río Turia (en A Pontenova, Lugo), permitirán mejorar la población del mejillón de río, por ejemplo.

Y volvemos de nuevo a la hemeroteca, pero más atrás en el tiempo: en 2015, el proyecto Margal Ulla derribó una decena de antiguas presas de molinos de agua (las conocidas como tostas) en este río y sus afluentes. La intención era facilitar la recuperación del mejillón y del topo de río. La demolición despertó cierta oposición vecinal, por la antigüedad de algunas de las tostas, que se remontaban a 1870.