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Los ríos afrontan su cuesta de enero

El caudal del Deza es de los más bajos desde 2017 | Portodemouros está al 62% de capacidad | La escasez de lluvias no afectará, a corto plazo, al abastecimiento de agua

Portodemouros con tierras al descubierto, en Vila de Cruces. | José Ramón Moire

Cuando arrancó el invierno, los meteorólogos nos alertaron de que sería una estación más seca y cálida de lo normal. Y el primer mes (se cumple el viernes) ha seguido la predicción a rajatabla: solo ha llovido por encima de los cinco milímetros en media docena de jornadas, y hubo días en que las temperaturas máximas superaron los 15 grados.

Los anticiclones, presentes desde Nochevieja (con un leve paréntesis a principios de año) nos acompañarán al menos hasta comienzos de la próxima semana. El tiempo casi primaveral, si no fuese por el frío, es el fruto del cambio de un clima oceánico, el típico de la comunidad gallega, hacia uno mediterráneo, como indica el geógrafo Antonio Presas. “Nos acercamos más a un clima típico de Lisboa”, y cada vez más lejos de aquellos meses de invierno en que los ríos desbordaban y las fervenzas y embalses se convertían en todo un espectáculo visual.

Microcistina en las aguas del pantano. José Ramón Moire

Basta con visitar el embalse de Portodemouros. La presa estaba ayer al 62,4% de su capacidad. El año pasado justo por estas fechas rozaba ya el 81%, y en febrero, se encontraba al 97% y a punto de volver a emplear el aliviadero. Tendría que bajar mucho, muchísimo más, hasta dejar ver la aldea de O Marquesado, anegada cuando se construyó la presa a mediados de los años 60. Pero esta escasez de lluvias ya permite que vuelvan a emerger los muros de piedra de varias fincas, a ambos lados de la orilla. Y al mismo tiempo, las temperaturas también dan pie a la aparición de microcistina, un tipo de cianobacterias de color verdoso y que no afecta a la salud humana, en este caso, porque Portodemouros se destina a producción eléctrica, no a abastecimiento de agua.

Muros de fincas anegadas emergen de las aguas de Portodemouros. José Ramón Moire

Y ya que hablamos de abastecimiento, por el momento no corre peligro el suministro de agua para consumo. En Lalín apuntan que a corto plazo está garantizado, y en Silleda indican que el suministro se está tomando de manantiales, de modo que ni siquiera se están empleando los bombeos de Silleda y A Bandeira. Los problemas podrían venir más adelante, si en primavera persiste esta ausencia de lluvias. “Esta sequía no afecta a los cultivos, dado que todos están en parada vegetativa”, apunta Antonio Presas, quien admite que los problemas podrían aumentar si, por ejemplo, a la hora de sembrar, sigue sin llover. Ocurre lo mismo con el caudal de los ríos, a día de hoy la evapotranspiración (es la cantidad de agua del suelo que vuelve a la atmósfera por la transpiración de las plantas) es mínima, pero una vez que comience a florecer la vegetación de ribera, ésta si va a consumir más agua.

Lejos de las cifras de 2020

Y podemos ver cómo han sido de rácanos el otoño y lo que va de invierno no solo en las estampas que nos regala Portodemouros, sino en los caudales de ríos que analiza Meteogalicia. Ayer, el nivel medio del río Deza era de 1,82 metros, y su caudal medio, de 12,2 m3/segundo. El nivel es la altura de la superficie del agua, mientras que el caudal es la cantidad e agua que fluye en un punto concreto, y suele aumentar notablemente durante las crecidas. Pues bien, el nivel medio del Deza está en valores idénticos a los de los últimos cinco años, pero su caudal está entre los tres más bajos desde 2017, superando solo los 4,3 m3/s de ese año y los 10 de 2019. La cifra más alta se alcanzó en 2020, cuando el promedio fue de 31,6 m3/s.

Los datos del Arnego también invitan a echar de menos el paraguas: su nivel medio está en 1,35 metros y el caudal medio, en 6,87 m3/s. Solo en 2019 y 2017 los caudales fueron inferiores (de 5,2 y 1,8), y el invierno permitió que en enero de 2020 el caudal promedio fuese de 17,8 m3/s, aunque alcanzó un pico de 26.

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