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Versos de literatura barata

Algunos ejemplos de pintadas que pueden verse en la zona centro de A Estrada. | // L.F./A.C.

Para poder ver, solo hay que querer mirar. Hay algunas pintadas que, por su novedad o por su mensaje pueden llamar, en un momento dado, la atención. Después acaban pasando completamente desapercibidas, fundiéndose con los ladrillos de la pared que se convirtió en improvisado lienzo para dar voz al vandalismo o a la expresión artística, a menudo de dudoso gusto. Sin embargo, si el propósito es descubrir si un pueblo es rico o no en este tipo de huellas, no hay más que buscar para encontrar. Eso mismo pasa en A Estrada. Con el ojo atento, los ejemplos se acumulan. Solo hay que mirar y se ven. Vaya que si se ven.

Reivindicaciones de todo tipo tiñen las paredes del centro de A Estrada. A.C.

Los bajos con una mano blanca de pintura –más o menos densa– parecen ser el papel preferido de quienes hacen de las paredes ajenas su libreta propia. La línea entre la pintada vandálica y el graffiti como expresión de arte urbano es clara y está, realmente, bien definida. Basta con saber discernir entre el gusto y lo grotesco. Pintar una proclama o un garabato en un muro de ladrillos lo hace cualquier vándalo que sepa agitar un spray. Dibujar y pintar es otra cosa. No solo requiere respeto por el lienzo sobre el que se plasma este tipo de expresión artística, también requiere talento. Y está claro que es más fácil ser vándalo que artista.

Hay quien deja huella y firma sobre la pared. A.C.

Para ver pintadas en el casco urbano de A Estrada no hay que irse a un barrio o una calle en concreto. Iniciales o sobrenombres para testimoniar un “yo estuve aquí”, los hay por todos lados. Abundan también los mensajes de corte político y reivindicativo. Es más, alguna pared hasta da para una proclama y la contraria, aun cuando las dos se arriesguen a diluirse y perder la razón por el simple hecho de haber escogido este modo de expresión.

Otros murales con encanto y demostración artística, como el de la Casa da Música. A.C.

Hay pintadas que se han hecho hasta populares, como la que parece pedir a voz en grito pasión continuada en la esquina de Justo Martínez con Iryda “hasta que el alcalde cumpla su programa electoral”. El mensaje en cuestión lleva tiempo en esta misma esquina sin que nadie cubra el deseo con pintura. El que más y el que menos, no puede evitar sonreírse la primera vez que lee la petición.

Un mural pintado durante el San Paio 2008, hoy casi descolorido. A.C.

Otros utilizan la pared –seguramente propia– con fines informativos pero no por ello de buen gusto. En algunos casos se echó mano de spray para anuncio de alquiler, con el consabido número de teléfono debajo. En otros casos, el mensaje del vándalo fue borrado, pero con una técnica un tanto chapucera que, en lugar de anular la pintada la convierte en una sucesión de tachones y borrones. Después están los egos. De esos ejemplos hay a manos llenas. Firmas artísticas o no tanto, que a veces acaban siendo un garabato o unas siglas carentes de sentido alguno para el común de los mortales.

Las pintadas vandálicas se extienden por todo el casco urbano. A.C.

La otra cara de la moneda la pone quien utiliza estos lienzos de bloques o ladrillo para hacer más bonitos los muros poco agraciados. Y de esta labor saben mucho los integrantes del Centro Juvenil La Estación, que pusieron bien bonitos espacios como la Praza da Música o que transformaron la fealdad preexistente en una galería de arte, como en el colegio Pérez Viondi o en el entorno de la Casa das Letras. Otros colectivos intentaron antes este trabajo, dejando muestras como las que anuncian unas fiestas patronales de San Paio (las de 2008) sobre un muro poco resultón.

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