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Si tú no estás aquí

Una manada pasta con tranquilidad en los montes, ajena a la presencia humana.

A Conla, A Pranzadoira, Souto, A Espiñeira... Los de Sabucedo los conocen como la palma de su mano. Saben hacia dónde encaminarse para dar con las manadas de caballos salvajes que los habitan; qué zonas frecuenta el grupo que sigue, con fe y confianza ciega, el paso de cada garañón. Para los profanos todo es monte, pero no uno cualquiera. Es el marco perfecto para una tradición de raíces profundas, el idóneo telón de fondo en el que uno ansía dejar su propia huella, aunque sea la de unas pisadas aceleradas en el ascenso hasta casi quedar sin aliento o las de un cuerpo que agradece la frescura de la hierba en el momento de reposar el bocadillo en O Peón. Hoy, en la parroquia estradense de Sabucedo, sería día de subir al monte para reunir a las bestas de O Santo. El de hoy sería el viernes de la Baixa, el momento de un emocionante reencuentro que siempre promete más. Y lo cumple.

Este es el segundo año en que el primer fin de semana de julio no es fiesta en esta aldea. No se escuchará el repenique de campanas tras la madrugadora Misa da alborada, la misma en la que vecinos y visitantes piden la protección de San Lourenzo antes de encaminarse al monte. No habrá pólvora que anuncie el que para muchos es el momento más hermoso de esta tradición. Sin embargo, a diferencia del año pasado, hoy no será un día triste en Sabucedo. Quienes sienten que este legado galopa por sus venas saben que 2021 tendrá un viernes de monte y un fin de semana de curro, aunque tenga que ser en los últimos días del mes de agosto.

El último ha sido un año sin Rapa, pero con mucho trabajo en el monte.

El último año han sido doce meses sin Rapa, pero de intenso trabajo en el monte, principalmente para subsanar las entradas de los caballos en fincas de particulares. A mayores, la situación exigió trabajos a mayores derivados de la propia cancelación de la Rapa, eso sí, tirando del maltrecho colchón de la asociación que abandera esta Fiesta de Interés Turístico Internacional, porque cancelar la celebración se traduce en anular su principal vía de ingresos.

Sin poder reunirse

El presidente de Rapa das Bestas, Paulo Vicente Monteagudo, explicó ayer que durante los peores momentos de la crisis sanitaria las limitaciones de movilidad abocaron al colectivo a contratar a dos personas para realizar un trabajo que los integrantes de la asociación no podían efectuar, simple y llanamente por la imposibilidad de reunirse. “Eso ayudó a sacar trabajo adelante, porque hubo muchos fines de semana que no podíamos juntarnos”, reconoce.

A lo largo del año el principal cometido de los de Sabucedo es controlar los nacimientos y muertes en el seno de esta cabaña internacionalmente reconocida. Es obligatorio marcar cada potro nuevo con un microchip, una labor que se acompaña de una desparasitación de los animales que van naciendo. A mayores, el colectivo tiene que ser cuidadoso con ir dando de baja a aquellos équidos que fallecen, si bien la tarea es más compleja de lo que pueda parecer. Primero porque es necesario encontrar al animal en cuestión y, segundo, porque puede darse la circunstancia de que, al intentar pasar el lector, ya no quede chip que rastrear. “Son problemas que aparecen y tareas que hay que hacer sí o sí; trabajos que requieren gente día a día”, reflexiona Paulo Vicente.

Más trabajos en la extensión forestal que rodea Sabucedo.

Ha sido un año y medio duro. Mucho y en muchos sentidos. Sin embargo, compartir momentáneamente el hábitat de estos caballos salvajes hace que el coronavirus se vuelva casi irreal. En el monte solo el hombre sabe que la salud está amenazada. El COVID-19 no es un depredador conocido en estos lares, aun cuando sea más fiero para el ser humano que el mismísimo lobo. El impacto de la pandemia se apreció en la vida salvaje, hasta el punto de que animales como el corzo o el propio lobo. Sin embargo, en todo el entorno forestal que rodea Sabucedo la vida siguió ajena a los cambios que supuso la crisis sanitaria, con la única excepción de que la ausencia de Rapa obligó a los vecinos a tener una presencia en el monte mayor de la que desearían.

“Eso fue negativo porque tuvimos que introducirnos en su vida muchas más veces de lo normal”, destacó Vicente Monteagudo. Incide en que la interacción del hombre en la libertad de estos caballos se entiende en esta parroquia de A Estrada como un acuerdo de mínimos: tres días al año, uno para reunirlos y bajarlos y dos para cumplir con la tradición de raparlos. Después, cada uno ha de seguir su camino sabiendo que en un año volverán a encontrarse.

Si todo continúa según lo previsto, 2021 sí tendrá su Baixa, aunque tenga que ser el último viernes de agosto. Antes, Sabucedo propone una jornada de encuentro respetuoso y distanciado con la cabaña de O Santo a través de una visita al monte para comprobar cómo viven estos animales. Aunque la cita estaba programada para mañana, finalmente las previsiones meteorológicas aconsejaron trasladarla al sábado 10 de julio.

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