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La agroganadería industrial agrava el cambio climático en Silleda, Dozón, Lalín y Rodeiro

Más del 32% de la superficie de estos municipios soporta actividades que generan gases de efecto invernadero

Las Brañas de Xestoso, en una foto de archivo en pleno invierno. | // BERNABÉ/CRIS M.V.

Con motivo del Día de la Tierra que se conmemora cada 22 de abril, Greenpeace acaba de publicar el informe Habla rural: El papel clave de la España rural frente a la emergencia climática y la pérdida de la biodiversidad. El documento destaca el papel de los ayuntamientos rurales (con menos de 30.000 habitantes) a la hora de frenar el cambio climático y preservar el medio ambiente.

Greenpeace cita el transporte, la industria, la producción de energía y la industrialización del campo (un fenómeno que se da desde los años 50) como las principales actividades que generan gases de efecto invernadero (GEI). Toma cada uno de los 8.115 municipios que hay en España y comprueba cuánta superficie ocupan estas y otras actividades artificiales. Está claro que en las comarcas la intensificación de la ganadería y la actividad industrial están detrás de las cifras que presentan la mitad de sus municipios. Dozón, el más pequeño de Deza, agrava el cambio climático en un 38,18% de su superficie, y Silleda en un 39,6%. Por detrás de ambos está Lalín, con un 34,1% de su superficie ocupada por actividades que generan gases de efecto invernadero, y Rodeiro, con un 32,8%.

Químicos y pesticidas

El papel que tienen estos cuatro municipios en la producción de carne de porcino, aves o leche es muy relevante y admitido por todos. Pero el informe de Greenpeace, a la hora de abordar la industrialización de la agricultura y ganadería, menciona a nivel estatal el tremendo impacto de este sistema en los suelos, al usar fertilizantes químico y pesticidas que terminan afectando a polinizadores, roedores, aves e insectos. Esta actividad intensiva también impacta en los recursos hídricos. Aunque en la comarca se han dado casos muy puntuales, Greenpeace también anota la problemática de la contaminación de caudales por vertidos de purín.

Aunque las cifras de estos cuatro concellos puedan parecernos altas, se mantienen en la media general para los municipios rurales de España, con un 32% de su superficie afectada por actividades contaminantes. Para los municipios urbanos esta superficie se dispara al 50%.

Cruces y Agolada, entre los de menor impacto

Sin salir de Deza, el informe indica que en Agolada solo el 16,97% de su superficie agrava el cambio climático, mientras que en Vila de Cruces cae al 8,42%. La baja cifra del concello cruceño tiene su explicación en que apenas hay actividad agroganadera industrial en él, al estar mucho más orientado a plantaciones forestales. Y aquí hemos de añadir que buena parte de las plantaciones cruceñas son pinares. El estudio de Greenpeace, por otra parte, no pudo diferenciar la presencia de especies invasoras como el eucalipto naturalizadas dentro de las coberturas forestales.

En Tabeirós-Terra de Montes, las cifras varían según qué municipio. La capital, A Estrada, agrava el cambio climático en un 26,1% de su superficie, mientras que en Forcarei el porcentaje es de un 13,7% y en Cerdedo, que figura desglosado de Cotobade, se queda en un 3,41%.

Buena nota en biodiversidad

Los municipios rurales son los que producen alimentos y recursos forestales para villas y ciudades. Además de este papel, custodian una biodiversidad que está siendo amenazada por estas actividades pero también por el abandono de la agricultura tradicional y la transformación de esas tierras en matorrales, así como por el diseño de concentraciones parcelarias que no respetan la biodiversidad paisajística.

En este caso, los nueve concellos destacan en la conservación de sus especies de fauna y flora. Aquí, Greenpeace evalúa cuánta superficie conserva aún cada municipio en cuanto a áreas naturales y seminaturales de bosque, matorral, ríos, pastos y prados. Todos tienen más de 60% de su superficie destinada a alguno de estos sumideros de carbono atmosférico. En Silleda el 60,3% de su superficie ayuda a conservar la biodiversidad, y en Dozón el porcentaje llega al 61%, un porcentaje muy importante dado que este concello es la mitad de grande que Silleda. En Lalín, quedan espacios verdes para mitigar el efecto invernadero en el 65,4% de su superficie, así como en el 66,9% de Rodeiro. En Agolada y Cruces los porcentajes se disparan al 81,3 y al 89,9%.

En Tabeirós-Montes, A Estrada ayuda a conservar la biodiversidad en el 73% de su territorio, Forcarei en el 85,2 y Cerdedo, en el 96,4%.

"El entorno de Brañas de Xestoso fue ocupado por plantaciones ilegales de eucalipto"

El biólogo Martiño Nercellas.// Bernabé/Javier Lalín

Martiño Nercellas conoce el informe de Greenpeace, que no deja de ser un documento genérico, y es muy buen conocedor, además, de la biodiversidad que ofrecen las dos comarcas.

–¿Es palpable el cambio en la diversidad de flora y fauna en estas tierras?

–Sí que se está notando, sobre todo en dos especies como el aguilucho pálido y el aguilucho cenizo, que están en total regresión por la intensificación del uso del monte a través de la eucaliptización y las plantaciones de pinos. La desaparición de humedales está condicionando también la supervivencia de determinados anfibios y reptiles. Y ocurre lo mismo con el mejillón de río, con poblaciones en el Arnego y el Deza. El problema de fondo está en que desde hace décadas hay una transformación tan grande del territorio que esto se traduce en un agravamiento de la situación de muchas especies. Además, de las 75 especies catalogadas como en máximo peligro de extinción o vulnerables, solo hay planes de conservación para dos ó tres.

–El informe recalca que tampoco es aconsejable una reforestación masiva, por el peligro de incendio forestal.

–Lo idóneo sería que en las reforestaciones de cada comunidad se tuviesen en cuenta criterios más rigurosos de protección a la biodiversidad. Por ejemplo, todas las masas de ribera o los humedales no deberían ser reforestados. Y sin embargo en el entorno de las Brañas de Xestoso hay plantaciones ilegales de eucaliptos, como al pie del Camiño de Inverno entre Porcallos y Palmaz. Por poner más ejemplos, en el Sobreiral do Arnego, en Cadrón y Rodís, se talaron sobreiras para plantar, también, eucaliptos. Y hay brañas entre Lalín y Forcarei que se dragaron para reconvertirlas en pastizales intensivos. Sobre el papel aún existen, pero han desaparecido. Hay una falta de control absoluto y una impunidad total.

–Menciona especies, como los aguiluchos cenizo y pálido, y lugares que están amenazados por proyectos eólicos. ¿Es posible producir energías renovables con un impacto mínimo?

–Los parques eólicos son como una aspirina: si la tomas con moderación, su efecto es beneficioso, pero si te tomas la caja entera, llegas de inmediato a un nivel de saturación. El territorio no tiene capacidad para asumir todos los proyectos eólicos que están en trámite. Si hubiese estudios más ordenados, rigurosos y racionales, cabrían tanto plantaciones forestales como proyectos eólicos. Pero ahora mismo el único enfoque es el de la producción. Y la situación de la biodiversidad es mala, para aquí y para el ámbito gallego.

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