El autor del proyecto de Restauración da Ponte dos Cabalos e recuperación do Camiño Real, Luis Fernández, defiende las “escaleras” de piedra construidas como “un avance o una gran ventaja para la puesta en valor del patrimonio”. Durante la redacción del proyecto se tomó la decisión, “por consenso entre promotores y técnicos”, de ejecutar una escalera para facilitar el acceso a la parte inferior del puente “sin que implicase un riesgo para las personas”. Es “un espacio de gran belleza” al que se bajaba “entre resbaladizas rocas, vegetación abundante y lama”, pues “no existía ningún tipo de sendero o elemento que salvase el desnivel en condiciones de seguridad y accesibilidad”.
El proyecto, que costean Agader (Xunta) y los concellos de Lalín y Agolada con 115.000 euros, pretende restaurar un viaducto milenario (data del año 970), así como recuperar un tramo del antiguo Camiño Real que discurre sobre él. Y también, “y no menos importante”, apunta el arquitecto lalinense, está prevista la puesta en valor del conjunto “para lograr más visitas y visibilidad”, fundamental para que tenga más uso y, por tanto, “se mire más por él”. Y ahí justifica la necesidad de la escalera, que considera “un avance”, pues “gente de cierta edad, con problemas de movilidad o con niños pequeños, por poner algunos ejemplos, podrán ahora disfrutar de esta zona”.
La actuación comenzó con un levantamiento topográfico, “buscando el trayecto más adecuado a la pendiente del terreno, y siempre suficientemente separado del puente, para no interferir en él”, explica Fernández. Luego, se limpió el terreno, se excavó y se ejecutó la escalera. En todo caso, deja claro que la obra está “sin rematar”. El siguiente paso será la reposición de las piedras y del terreno a su estado original, “momento en el que la escalera quedará, volumétricamente, integrada”. “Será preciso aguardar unos meses a que el color de la piedra (granito silvestre o piedra morena, con la que está hecho el puente) coja la pátina que la acabe por integrar en el entorno, lo que ayudará, indudablemente, al crecimiento de nuevo de la vegetación”, expone. Por supuesto, el proyecto fue aprobado por Augas de Galicia y la Dirección Xeral de Patrimonio y cuenta con “todos los permisos necesarios”, control arqueológico y dirección de las obras, de la que él mismo se encarga, con la ejecución de Groma Obras.
Fernández se anticipa a “posibles comentarios” sobre la retirada de vegetación, “imprescindible por varias razones”. Entre ella había gran cantidad de piedras y algunas podrían haber formado parte del puente, por lo que “era imprescindible su recuperación de cara a utililizarlas en la reposición de los petriles”. En segundo lugar, la vegetación descontrolada funcionaba como “tapón” para el desague del puente y aumentaba las crecidas del río Arnego. Y también porque había gran cantidad de mimosas, “planta invasora que siempre es bueno erradicar”. “Volverá a crecer, pero tiene que hacerlo de forma controlada, como, sin duda ocurría en tiempos antiguos, cuando el puente cumplía un servicio fundamental y se miraba por su conservación”, apunta.
Zona vallada y prohibida
El experto cree que “criticar una obra cuando no está rematada carece de toda lógica” y pone como ejemplo “quejarse de que llueve en una casa a la que aún no se le ha hecho el tejado”. “En los próximos días” estará terminada y “se podrá ver el resultado final”. “Seguramente se harán visitas explicativas en las que quien tenga dudas podrá preguntar lo que considere”, aduce. Entretanto, recuerda, se trata de una zona “en obras, vallada y delimitada como tal”, a la que está prohibido el acceso, ya que “es un riesgo para las personas, además de que estarían incurriendo en una infracción”, subraya Fernández.
