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El Colectivo pola Recuperación dos Castros de Toiriz considera “nefasto” su “amueblamiento”

Contraponen su proyecto, “nacido de abajo, de la gente”, con el actual, “de arriba, de arquitectos presuntamente entendidos”

Paneles metálicos con bases de hormigón del proyecto de 2010 retirados del Castro de Toiriz durante la ejecución de las obras en marcha.

Trozos de cerámica a la intemperie.

“Muy nefasta e impropia de administraciones públicas” es la actuación que se está llevando a cabo en el Castro de Toiriz para miembros del colectivo que promovió su recuperación para uso y disfrute del pueblo en la primera década del presente siglo. “No tiene nada que ver con la protección del patrimonio arqueológico y del paisaje”, alegan desde la directiva de la extinta asociación, que consideran “de risa” que vengan los técnicos de la Diputación y de la empresa constructora a insinuar “que hicimos las cosas peor que ellos”.

La actuación promovida por el Colectivo pola Recuperación dos Castros de Toiriz finalizó en 2010, tras varios años de trabajo de muchos vecinos de Silleda. Fue financiada por la propia agrupación, con fondos europeos y la colaboración de la Consellería do Medio Rural. Aquel proyecto nació “de abajo, de la gente, con el apoyo popular y del propio Concello de Silleda (era otro gobierno municipal)”, afirman. Por supuesto, obtuvo autorización de la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural y se desarrolló con “control arqueológico, probablemente con mucha más rigurosidad y celo” que el que está ahora en ejecución. De hecho, dicho departamento de la Consellería de Cultura hizo en su momento “varias inspecciones y observaciones”, amén de “condicionar estrechamente el proyecto, especialmente de los caminos”.

“Cual es nuestra sorpresa que ahora la misma dirección xeral, pero distintos políticos, autorice un proyecto de pavimentación de un camino y de instalación de un mobiliario urbano y de urbanización”, manifiestan los promotores de la recuperación del yacimiento. Consideran que denominar “puesta en valor” o “musealización” a la actuación promovida por el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana es “un eufemismo que oculta una inversión innecesaria e injustificable”. El actual es un proyecto “que nace desde arriba, de unos arquitectos presuntamente entendidos en la materia, pero, por lo que parece, no goza del apoyo popular”, declaran. “Esta y la anterior son dos percepciones distintas del patrimonio cultural, y formas de actuar completamente divergentes en presupuestos y concepciones. Una desde la humildad, otra desde la arrogancia y la prepotencia”, opinan.

Si la actuación culminada hace una década hizo “dos agujeros” en la parte alta del castro para instalar sendos “paneles informativos y didácticos”, ahora el proyecto del Estado suma “60 agujeros” de unos 50 centímetros de profundidad para los cimientos de los bancos y postes de acero cortén. Por eso, no entienden las manifestaciones de la Diputación y su arqueólogo: “O mienten o se equivocan completamente”, proclaman.

Control arqueológico

Los directivos del desaparecido colectivo no entran a valorar la actuación de los arqueólogos de la obra, “porque es un tema menor, ya que solo se realiza un seguimiento”. A su juicio, lo importante es “el tipo de obra”, con independencia de si el control arqueológico está bien hecho o no, “aspecto que no nos corresponde examinar”. En todo caso, les llama la atención que en los montones de tierra haya “cerámicas castreñas” sin recoger.

El proyecto es de la autoría de una empresa de arquitectura (AGI Architects) con sedes en Madrid y Kuwait contratada por el ministerio. La ejecución corresponde a Patrimonio Inteligente SL, con sede en Murcia. Quienes promovieron en su día la recuperación de “un monte” que se había convertido en un matorral e incluso un vertedero rechazan de plano la actuación que se está llevando a cabo y sostienen que no son los únicos: “Solo hay que ver las redes sociales”, afirman en relación con las críticas vertidas por numerosos ciudadanos, arqueólogos y otros investigadores de la prehistoria, así como por colectivos defensores del patrimonio cultural. “Veremos la obra acabada y después hablarán los silledenses”, concluyen los directivos del colectivo.

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