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La hostelería busca su “nueva normalidad”

El sector se reinventa para poder “sobrevivir” y evitar un posible cierre | El servicio a domicilio es uno de los puntos fuertes de varios locales

La hostelería se reinventa para adaptarse a la "nueva normalidad" Bernabé / Javier Lalín

El sector de la hostelería es uno de los principales damnificados de la crisis derivada de la pandemia. Les toca aplicarse un “adaptarse o morir” ante la situación que les toca solventar de la mejor manera. En los tres municipios dezanos que están bajo las restricciones de cierre perimetral y de dichos locales, Lalín, A Estrada y Silleda, los bares y restaurantes tratan de renovarse para poder sobrevivir. Aunque la situación es “complicada” y así lo hacen notar, y muchos de ellos no pudieron levantar la verja tras la imposición. El sector ya estaba viendo mermados los ingresos con el toque de queda, pero a raíz de la nueva situación las ganancias se desplomaron, aunque no fueron tanto como se esperaban.

El servicio a domicilio ha sido uno de los puntos que muchos locales han tratado de implantar. Desde el consistorio lalinense ofrecieron la ayuda, en colaboración con la AED, de costear los envases. “Es un sistema difícil de gestionar, por eso muchos no quisieron introducirlos; hay que contar con personal, si te llaman para un pedido mientras se está sirviendo otro hay que saber controlarlo, no es tan fácil”, expone Emiliano García de A Casa do Gato de Lalín y A Estrada. García se ha reinventado en esta nueva situación que afecta a ambos municipios donde tiene sus locales. “De martes a viernes ofrecemos un menú de plato único abundante con bebida por un módico precio y la verdad es que ha tenido muy buenos resultados”, explica. Cabe resaltar que en el confinamiento solo estuvieron cerrados tres semanas, “por lo demás, tuvimos el servicio abierto, sí es cierto que con el toque de queda, a la hora de la cena, nos ha bajado la facturación, pero vamos sobreviviendo con lo justo para pagar los gastos”, indica. Además, el servicio a domicilio es otro de sus puntos fuertes, “mucho más que el de comida para recoger, aún así no es algo abundante porque la gente es muy precavida y tiene miedo”.

Del servicio para llevar se aprovechan algunas empresas que no pueden desplazarse para comer. Es el caso del Asador de Leo, en A Estrada, que sirve a una empresa local. “Empezaron en el confinamiento, cuando no tenían dónde quedarse a comer, se quedaban tirados, y ahora seguimos, la verdad es que nos motiva; hay otra empresa que también nos pide”, explica Miguel Da Costa. El menú del día les funciona, “pero no es nada relevante, son trabajadores y camioneros principalmente, pero hay gente que nos llama para saber si estamos abiertos y cuando le decimos que no, deciden ir a Cuntis o otro sitio donde puedan tener el plato en la mesa”, puntualiza. Los fines de semana son las jornadas en las que aumentan la venta del servicio para llevar, “especialmente los domingos”. Destaca la colaboración de la clientela en estos difíciles momentos: “Nos dan propinas mucho más amplias”.

Los servicios 24 horas de cafés y comestibles podrían ser unos beneficiados en estos tiempos, pero semeja ser lo contrario y sumarse a la hostelería. Desde Pica Pica de Silleda, Luis Sueiro explica que “al estar algunos de los hosteleros abiertos, y que sigan así, la gente no se para a retirar el café en estas máquinas; sí tuvimos unos beneficios mayores cuando fue el confinamiento porque estaba todo cerrado, pero ahora no notamos nada”. Señala que estas máquinas funcionan sobre todo con la juventud por la noche, “pero con el toque de queda, ya notamos mucho la bajada de las ventas, porque no hay tránsito a horas de la madrugada y ahí estaba nuestro punto fuerte”. Sueiro además regenta una pastelería-cafetería en A Bandeira que mantiene abierta con horario de mañana. “Cuando antes vendíamos unos 150 cafés por día, ahora si llegamos al medio centenar es mucho, es una situación complicada en la que no se sabe qué hacer”. Expone que tiene alguno de sus empleados de vacaciones para ir subsistiendo y el horario de reparto de la pastelería ha mermado. “Antes hacíamos banquetes y para restaurantes, ahora no tenemos nada de esto, y en las casas, las tartas que puedan comprar son pequeñas porque no se pueden hacer grandes comidas”, resalta.

En la zona industrial lalinense se encuentra Onda Antonio que a pesar de contar con numerosos trabajadores “ahora lo llevamos a duras penas, ofreciendo comida como bocadillos o los cafés para llevar, pero no es lo fuerte”, explica José Antonio Asorey. Añade que durante la semana “tenemos más gente por los trabajadores, los fines no hay nada porque aquí vienen sobre todo camioneros y gente que pasa por aquí”, expone. Variar la comida y que sea cómoda para llevar es una de las claves que tratan de barajar “para subsistir”. Indica que aún hay gente que desconoce las restricciones “nos llaman para preguntarnos si estamos abiertos, porque a lo mejor viven en un municipio donde no hay nada de limitaciones y para asegurarse; hace unos días me llamaron de Santiago para preguntarme si habría algún sitio en el qué comer en mesa”.

Las pizzerías tienen su fuerte en la comida para llevar, como es el caso de la pizzería Denios. Daniel Fernández explica que “llevamos toda la vida haciéndolo y ahora es lo que sustenta nuestro negocio, porque sin el local, es lo único que nos trae algo de ganancias; hay que destacar que esto es una cadena, lo que nos afecta a nosotros también les perjudica al comercio y a otros sectores”. Por otro lado, desde le Restaurante KM0, Tito Castro, apunta que ofrecen el menú del día toda la semana, “pero lo más fuerte quizás esté en los fines, aunque no es suficientes”. Decidió ofrecer este formato “porque es familiar y para estar en casa sin hacer nada, por lo menos le damos algún servicio a los trabajadores; si fuese por las ganancias estaríamos cerrados, porque unos quince menús al día no te soluciona nada”.

Los bares y cafeterías también se tuvieron que adaptar a los nuevos tiempos. El horario de cafés es principalmente por las mañanas, por eso la mayoría han recortado las jornadas. “La verdad es que nos satisface la respuesta de la clientela, no me esperaba tener tanta gente con este servicio y que fuesen tan generosos”, explica Tania Teixeira del Bar Tertulia de Silleda. En A Estrada la cafetería Alameda apunta que sirve unos 300 cafés por día, “no contaba con que iba a tener tanta expectación y las colas que hay, da gusto que esto sea así”, expone Javier Rey. Indica que al no tener de momento las ayudas, es necesario ver algo de ingresos, aunque sean mínimos para ir sobreviviendo, “además evitamos que la gente pierda la costumbre de venir a buscar el café”. Rey dirige otro local de cafetería que mantiene cerrado y un restaurante, el Invictus que solo abre los fines de semana “por hacer algo, pero la demanda es muy baja, porque al estar en casa tampoco te planteas bajar a buscar la comida, la gente no se anima”.

“Metimos un plato de menú para ofrecer algo nuevo y funciona bien”

Emiliano García - A Casa do Gato de Lalín y A Estrada

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La hostelería busca su “nueva normalidad” Bernabé / Javier Lalín

“Lo tenemos abierto porque es nuestro, no por las ganancias”

Tito Castro - Restaurante KM0 de Lalín

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“La verdad es que la clientela ha respondido muy bien”

Tania Teixeira - Bar Tertulia de Silleda

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“Repartimos a una empresa desde que fue el confinamiento”

Miguel Da Costa - O Asador de Leo de A Estrada

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“Repartimos a una empresa desde que fue el confinamiento”

Luis Sueiro - Servicio 24 horas Pica Pica de SIlleda

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“El servicio a domicilio es lo único que nos da resultados ahora”

Daniel Fernández - Pizzería Denios de Lalín

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“Servimos unos 300 cafés por día, no esperábamos esta acogida”

Javier Rey - Cafetería Alameda de A Estrada

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La hostelería busca su “nueva normalidad” Bernabé / Javier Lalín

"Tenemos más gente por la semana por los trabajadores de la zona"

José Antonio Asorey - Onda Antonio de Lalin

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La hostelería busca su “nueva normalidad” Bernabé / Javier Lalín

Hosteleros de Lalín asisten a la protesta de Santiago

Hosteleros de Lalín apoyaron la manifestación celebrada por el sector en la capital gallega. Debido a las restricciones y ser en un horario diurno asistieron solo un número significativo a la manifestación que hizo ruido por varias calles de Santiago de Compostela. Al grito de “solo queremos trabajar” o “no somos el problema” se hicieron notar para recalcar la necesidad de ayudas. Una protesta en la que destacan el peligro que supone para estos negocios la continuidad del cierre de sus locales.

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