El último domingo de agosto está marcado en rojo en el calendario del Versalles Gallego. Es habitual que las banderas ondeen en esta fecha en lo más alto de los cuatro mástiles que coronan la torre de este palacio, indicando que la familia propietaria se encuentra en su interior para asistir a la celebración de esta fecha especial. Sin embargo, la crisis sanitaria del coronavirus no animó ayer a izar las banderas, impidiendo también que la procesión recorriese la Plaza de Oca, en la que únicamente se conmemoró la fiesta engalanando la fachada principal del pazo con las banderas de la Casa Camarasca y el bullicio de quienes entraban y salían de la capilla. En su interior, la pandemia que este año todo lo empaña no pudo impedir que la cara de Sara luciese radiante de emoción en su Primera Comunión, aunque tuviese que hacerlo debajo de la obligatoria mascarilla.
La misa y la decoración exterior del pazo fueron los únicos signos de celebración del Sagrado Corazón, una conmemoración que habitualmente cuenta con la presencia del duque de Segorbe, Ignacio de Medina y Fernández de Córdoba que, junto a su familia, reúne en esta fiesta en los jardines del Pazo de Oca y en su mesa a miembros de la nobleza, la política y la cultura española. Este año el encuentro entre todos ellos y los vecinos de Oca no pudo ser, como consecuencia de las restricciones y precauciones derivadas de la pandemia. Ante la anulación de las celebraciones, los jardines del pazo estuvieron abiertos al público.