La plaza de Barcelos, en Pontevedra, se recuperó hace un par de años como espacio de juegos para los niños del CEIP del mismo nombre a petición, precisamente, de los chavales. Es uno de lo muchos ejemplos prácticos del peso que tiene la participación ciudadana en el Concello de Pontevedra. Este municipio cuenta con un reglamento de participación ciudadana del año 99, y que ahora se encuentra en fase de actualización.
Pontevedra, a ojos del edil del BNG de Silleda, Matías Rodríguez da Torre, es el modelo que podría seguir Silleda para aumentar el papel activo de los vecinos en el día a día del gobierno local. Al BNG se le debe el actual Reglamento de Participación Cidadá, puesto que en 2010 presentó un esbozo que, con modificaciones, entró en vigor en junio de 2014.
El reglamento, en su artículo 19, señala que se pondrán en marcha el Consello de Relacións Veciñais, el Consello Económico e Social así como los consejos sectoriales que se consideren oportunos. A estas alturas, y como indica el alcalde Manuel Cuiña, ya funcionan los consejos de Deportes, Cultura y Educación, que se reúnen mínimo una vez al año. Pero, sin embargo, nunca se tuvo en cuenta la petición del Bloque de poner e marcha un consejo de Turismo, "en el que se integrasen colectivos y empresas vinculados al sector, ya que hay demanda de una entidad de este tipo", recalca Da Torre, que añade que si el Consello de Educación sí se reúne, "el de Cultura no funciona", apunta.
Tres años y medio después de la entrada en vigor del reglamento, no hay visos de un Consello Económico e Social que podría tanto tener acceso al anteproyecto de los presupuestos como dar su opinión sobre las obras de mayor envergadura. Este consejo, además, tendría entre sus objetivos emitir en el primer semestre de cada año un informe sobre la situación económica y social del municipio, mediante un análisis de los comerciantes, los hosteleros o los sindicatos integrantes del mismo. Cuiña admite que esta propuesta está parada, pero argumenta que "me interesa, pero hay que prepararlo bien".
Sobre el papel también se quedó el Consello de Relacións Veciñais y, con él, los Consellos Parroquiais. Tras la salida del gobierno de Da Torre, en 2011, se quedaron sin efecto los representantes parroquiales que se escogieron por votación popular con una participación inferior al 20%. En el actual mandato "esos consejos parroquiales no es que no existan, es que ni siquiera se nombraron pedáneos, que tenían que estar designados por un decreto de la Alcaldía", esgrime el líder del Bloque. El consejo de relaciones vecinales, al igual que los sectoriales, debería reunirse una vez cada seis meses y, a mayores, cuando lo pidiese la tercera parte de sus miembros.
Otro de los puntos que nunca llegó a materializarse es la celebración de un pleno sobre el estado del ayuntamiento, el último mes de cada año y en el que pudiesen intervenir también los vecinos en una sesión que sería, en realidad, un balance tanto del gobierno como de la oposición, como indica Da Torre. Este edil recordó el año pasado la conveniencia de celebrarlo, y desde la Alcaldía Manuel Cuiña está abierto a celebrar una sesión similar cuando se debatan los presupuestos.
Es cierto que sí se llamó a la participación ciudadana al referéndum sobre el cambio del consistorio, o que se concede ayudas a actos culturales, deportivos y vecinales , pero la voz de los trasdezanos tiene que ir más allá, "para que la gente deje de pensar que es súbdita y vea la política como una relación entre iguales", recalca el concejal del BNG, que también echa en falta que en este mandato se suprimiese, entre las concejalías, la de Participación Cidadá. Cuiña replica que no aparece sobre el papel, pero que en la práctica funciona "a través del contacto continuado con las asociaciones y las parroquias".