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López posa en su domicilio junto a una foto suya cuando luchaba como "El Puma". // Bernabé/Luismy

José Antonio López Álvarez: "Cuando fui luchador en Venezuela llenaba la Plaza de Toros de Caracas"

"En España luché en Madrid, Valencia, San Sebastián y A Coruña, pero pagaban poco"

La historia de su vida podría dar para un entretenido largometraje. Hostelero, cocinero en barcos de pesca de altura y luchador profesional fueron algunas de las ocupaciones de José Antonio López Álvarez, al que todo el mundo en Lalín conoce como "El Puma", nombre con el que se dedicó a la lucha tanto en Venezuela como en España. Hoy vive retirado en su casa de O Espiño, en la parroquia de Filgueira, cuidando de su esposa.

-¿Quién le puso el apodo de El Puma para dedicarse a la lucha?

-Yo estuve muchos años viviendo y trabajando en Venezuela. Allá llegué a ser luchador profesional de lucha libre, algo parecido a lo que presentan ahora aquí, en la televisión. En Venezuela luché con varios nombres como "José Antonio, El Gitano", pero al llegar a España, en Madrid, me dijeron que tenía que buscar un nombre que me identificara como procedente de Venezuela. En aquella época yo tenía un pelo larguísimo, y fue cuando me dijeron que el mejor nombre para luchar era el de "El Puma". Cuando me lo puse pensé para mí que como se enterase José Luis Rodríguez me iba a escarallar. En España estuve luchando en varios sitios, en Valencia, en Madrid, en San Sebastián e incluso en A Coruña. Lo que pasa es que aquí hice pocas luchas después de venirme de Venezuela porque pagaban poco.

-¿Qué tipo de lucha era a la que se dedicaba por entonces?

-Era lucha libre, pero donde predominaba el espectáculo. Todos nosotros pasábamos por la lucha grecorromana antes de dedicarnos de manera profesional a ser luchadores. Además, también nos enseñaban distintas artes marciales e incluso defensa personal para poder convertirte después en luchador.

-¿Por qué decidió convertirse en luchador profesional?

-Yo en Venezuela tenía un amigo que era luchador, que fue el que me empezó a meter el gusanillo. Me convenció para ir con él al gimnasio durante un tiempo. Conforme pasaban los días, en el gimnasio, comprobé que tenía cualidades para dedicarme la lucha, y eso fue lo que me decidió a meterme a luchador profesional.

-¿Era un espectáculo popular en esos años en tierras venezolanas?

-Por supuesto. Te puedo decir que cuando yo fui luchador llenábamos el Nuevo Circo de Caracas, que es la plaza de toros que tienen allí, algo que no hacían ni los toreros ni tampoco los boxeadores. También hay que decir que las entradas para vernos a nosotros eran mucho más baratas que las de otros espectáculos que se daban allí, en un recinto muy bonito, por cierto. Recuerdo que había una afición de locura por vernos.

-Supongo que era algo parecido a lo que los americanos Pressing Catch, ¿no es cierto?

-Sí, se parecía mucho. Porque, aunque hay mucha gente que piensa que el Pressing Catch no tiene nada que ver con la lucha, sí que tiene mucho que ver. Para luchar en los Estados Unidos tenías que estar muy preparado, al menos en los años en los que me dediqué a ello. Nunca llegué a luchar allí, aunque teníamos intercambios con ellos donde se aprendía mucho, pero jamás tuve esa oportunidad porque, como digo, había que estar muy bien para luchar con ellos. Sí que conocí a gente que tuvo la oportunidad de ir a probar en los Estados Unidos, y que incluso triunfaron, pero eran los menos. El nivel que había en Norteamérica era muy alto, y no todos valían para poder aguantar esos torneos.

-Veo que todavía guarda fotos vestido de luchador.

-Las conservo con mucho cariño, y fueron un gran reclamo para los clientes que tuve en el negocio de O Espiño cuando estaba abierto. A todo el mundo le llamaban la atención esas fotografías.

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