-En todos estos años , ¿cuál fue el día que se sintió más orgullosa como cocinera?
-Siempre que vi el negocio lleno de gente. Recuerdo con cariño ver lleno el primer restaurante que abrimos. Trabajaba noche y día y era toda una satisfacción poder ver el comedor a rebosar. Lo hacía para ayudar a mi hijo y para que él tuviera mucho éxito. Si tuviera que quedarme con alguna fecha, sin duda los bautizos de mis nietos. Recuerdo que hubo una época en la que teníamos muchos banquetes que servir, lo que nos daba mucho trabajo.
-¿Los políticos saben comer?
-A los políticos les gusta lo bueno en la mesa. Hacen bien. Ahorita todo el mundo saber comer bien. Cuando yo llegué aquí no era así. Sin embargo, ahorita la gente conoce la comida y todo el mundo sabe lo que está comiendo. Lo que pasa es que, a veces, hay mucha gente no sale mucho a comer y no aprecia la comida. Por aquí pasó hasta Aznar, que vino a comer. Nos falta el Rey, pero supongo que Rodeiro le queda muy lejos. Es cierto que en nuestro comedor estuvo mucha gente importante, a los que me gustaba servirla.
-¿Tiene pensado seguir mucho tiempo más en la cocina?
-Yo pienso seguir hasta que me muera. Como vivimos aquí en familia, y tengo hasta bisnietos, me siento cómoda en la cocina porque fue donde pasé casi toda mi vida. Prefiero estar en la cocina y no una hora más en la cama. La verdad es que ya no puedo más porque en marzo cumplo los 80, que no es una broma.
-¿Se marcharán con usted los secretos de esa buena cocina? ¿Cuál es su plato favorito?
-Tengo un nieto tan listo que no le hace falta ninguna receta de su abuela porque lo tiene todo en la cabecita. No es porque sea mi nieto, la verdad, pero es muy inteligente, aunque es muy joven aún. Es igualito a su padre en todo, es una maravilla. Y mis platos favoritos de hacer son los de la caza o el bacalao, entre otros, aunque aquí servimos todo tipo de comida.
