Moyano se cuela en la fiesta de Salazar

Un gol sobre la bocina de Juanlu Moyano evitó la victoria del frigoríficos del Morrazo ante el Villa de Aranda en un encuentro que se explica en la figura de Edu Salazar. El portero canterano asumió galones ante la ausencia por lesión de Yeray Lamariano y completó un extraordinario encuentro que, sin embargo, quedó empañado por ese postrero tanto del cuadro castellano, un lanzamiento a la desesperada desde 13 metros en el que quizá pudo haber hecho algo más. Con la amargura del punto que se fue pero agradeciendo una nueva demostración de carácter y fe despidió O Gatañal a los suyos, con un consuelo especial para un meta que hubiese tenido su día grande de no haber sido por los últimos tres segundos del partido.

Y es que pocos podían imaginar un final tan descorazonador después de ver el excepcional arranque de partido del Cangas. Con un Edu Salazar en estado de gracia -detuvo los cinco primeros lanzamientos visitantes- el Frigoríficos se lanzó en pos de un triunfo que le permitiría ganar un colchón ante un rival directo en la lucha por la tercera plaza. En menos de cinco minutos Jacobo Cuétara ya había pedido tiempo muerto (3-0) y a los 10 minutos el marcador ya reflejaba un claro 6-1. El Cangas volaba pero pronto su ataque comenzó a atascarse y a regalar balones fáciles que el Villa de Aranda convertía en goles gracias a su endiablada velocidad. En un visto y no visto Pillo tenía que pedir tiempo muerto (7-5, minuto 13), los visitantes se ponían a un gol (7-6) y comenzaba un nuevo encuentro.

Pillo situó una primera línea de jugones, con Muratovic, Casares y David García y los espacios aparecían en el 6.0 castellano. Los locales recuperaban parte de su renta (13-9, minuto 23), antes de que de nuevo los errores ofensivos diesen aire a un Aranda que llegaba muy vivo a vestuarios (14-13).

La reanudación no pudo haber sido más negativa para el Frigoríficos, que encajó un 0-3 de parcial que le dio el mando del choque a los visitantes (14-16, minuto 34, con tiempo de Pillo). Los de Cuétara tomaron entonces la alternativa ante un Cangas que fue haciendo la goma pero que no lograba voltear el marcador. Los centímetros del centro de la defensa del Aranda -con Peciña y Part o Revin sobrepasando los dos metros- se le atragantaban al ataque cangués, demasiado obsesionado con filtrar balones al pivote y sin dar continuidad ni amplitud al juego. Por si fuera poco, esa fortuna que sonreía al Frigoríficos en el inicio se aliaba con los de Cuétara. Adrián tomaba las riendas y situaba las tablas en el electrónico (22-22, minuto 53, con tiempo muerto del preparador visitante).

El Villa de Aranda imponía su ritmo, con transiciones frenéticas bien a base de contragolpes, segundas oleadas o saques rápidos de centro, ante un Cangas que tenía que elaborar mucho más para desnudar las escasas fisuras que ofrecía la defensa amarilla. Llegaba el momento de la verdad y Maestro erraba. David García sufría un flagrante golpe en la cara que los colegiados no pitaban y en el contraataque posterior Edu Salazar salvaba a los suyos. Cerqueira ponía el 27-26 con dos defensores colgados con la anuencia arbitral, para quienes ya no existían las exclusiones.

Edu sacaba un nuevo balón a Maestro a falta de un minuto pero el Cangas desperdiciaba la posesión. Con solo tres segundos por delante, Moyano hizo un lanzamiento suicida de cadera desde unos 13 metros y Salazar, que había detenido hasta entonces 18 balones, no pudo evitar la igualada.