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triatlón

Un viaje a lo desconocido

Truncado su objetivo del Ironman de Lanzarote Cristóbal Dios lucha por mantener la motivación en sus entrenamientos caseros

El deportista y su familia se han recluido en su casa de la aldea.

Cristóbal Dios hace una marca cada día en el calendario y las cuentas no terminan de salirle. El aislamiento decretado por el coronavirus amenaza por tirar por la borda todo el trabajo en entrenamientos y concentraciones realizados a lo largo de los últimos meses. Por el camino ya se han caído varias carreras importantes en su planificación de cara a su gran objetivo, pelear por primera vez en el Ironman tras varias temporadas en el podio de la Copa de España de Triatlón. El deportista estradense ve casi imposible que se celebre el Ironman de Lanzarote y ya comienza a pensar más en la segunda parte del calendario anual de triatlón como plan b. Este viaje hacia lo desconocido, plagado de incertidumbres, supone sin embargo un duro reto para un hombre acostumbrado a afrontar cada día peleando por superar un nuevo reto.

A estas alturas de la película, el triatleta reconoce que lo más complicado es levantarse cada día y encontrar la motivación necesaria para seguir realizando, como buenamente puede, un entrenamiento casero que se acerque lo máximo posible al trabajo de un deportista de alto nivel que venía realizando hasta ahora. "Ahora mismo creo que entreno con el objetivo de no engordar mucho", bromea el deportista estradense. Su gran objetivo para esta temporada era el Ironman de Lanzarote, en el que iba a ser su salto hacia la mítica prueba tras muchos años centrado en el triatlón de media y larga distancia. Sin embargo y salvo sorpresa, la prueba se suspenderá como ya ha pasado con otras calendadas para la misma época. "Me he quedado sin objetivo después de haber preparado todo el trabajo para esa carrera pero lo peor es que no sabemos cuándo vamos a poder competir. Piensas en junio o julio pero lo no tienes ni idea".

En ese punto y con miedo a "plantarlo todo", Dios ha apostado por organizarse una rutina en la casa de la aldea, donde se ha aislado junto a su familia y en donde admite tener el lujo de contar con una pequeña finca en la que poder entrenar. "Si entras en una dinámica negativa lo dejas todo, por eso intento mantener una rutina y un ritmo de trabajo". Son entre tres y cuatro horas diarias con una parada obligatoria, el rodillo, un entrenamiento tedioso pero básico en esta situación. En cuanto a la carrera a pie, entrena en la finca de su casa, con un círculo de unos 300 metros que recorre durante una hora. Reconoce que no es lo ideal pero le ayudará a mantener la fuerza en las piernas para evitar lesiones. Por último y más difícil, está el trabajo de natación. Este lo hace con unas gomas de una bici vieja y unas palas de nadar. Tras engancharlas a la pared y sobre una pelota de gimnasia puede repetir los movimientos de nado encontrando una resistencia. "Si ya es difícil entrenar en casa un deporte, con tres la cosa se complica todavía más".

"Ha sido un golpe duro porque, después de meses de trabajo, estaba en mi mejor momento. En la bici estaba muy bien y había mejorando mucho en el mar. Sigo entrenando todo lo que puedo pero es difícil encontrar una motivación para seguir y mantener el ritmo", explica. Además, al condicionante deportivo se une el económico. La suspensión de las carreras de Azores, Sevilla y Cádiz le ha hecho perder dinero de vuelos y hoteles, además de posibles premios. Ve además complicada la situación de los patrocinadores, aunque algunos han mantenido su apoyo, por lo que ya analiza la opción de trabajar como socorrista en verano.

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