La posibilidad de ascender a la novena posición para el Cortegada ha quedado aplazada para mejor ocasión. El Añares Rioja terminó imponiéndose de forma clara a un conjunto vilagarciano que fue víctima de una alarmante bipolaridad en su juego. Y es que las vilagarcianas fueron capaces de hacer creer en la opción de una alegría después de unos primeros 25 minutos muy buenos, para terminar desapareciendo de la cancha y sirviéndole la victoria en bandeja a su rival.

Con una propuesta valiente y basada en una alta intensidad, las jugadoras de Rubén Domínguez respondieron a cada intentona de las vascas por hacerse con el control del juego. Las rotaciones vilagarcianas funcionaban y el equipo no acusaba ningún bajón de ritmo.

Enfrente un Añares, que recuperaba para este encuentro a su dupla foránea formada por Jaisa Nunn y Jessica Fequiere, pero que no encontraba la manera de hacer valer su mayor poderío físico en el marcador pese a que dominó el rebote a su antojo.

Tras cerrarse el primer parcial con un 19-18, el triple fue el aliado perfecto para sustentar los mejores minutos de las visitantes. Dos aciertos consecutivos desde la larga distancia de Zeltia Presas, sumado a otro de Patricia Vicente, obligaron al entrenador local a pedir tiempo muerto con un 21-28 en contra.

Fue entonces cuando la vuelta de Fequiere a la cancha se convirtió en toda una pesadilla para el equipo de Rubén Domínguez. La que es máxima encestadora de la competición empezó a anotar desde todas las distancias y sostuvo al Añares Rioja en el marcador con un Cortegada que no entregó la cuchara a la llegada del ecuador (42-42).

Jaisa Nunn tomó el relevo en el liderazgo ofensivo de su equipo en el arranque de la segunda parte. Las vilagarcianas se resistían y, en base a acciones de sus jugadoras exteriores, todavía estaban por delante (51-53) a falta de dos minutos para finalizar el tercer cuarto.

Fue entonces cuando se produjo la desaparición de la resistencia vilagarciana. El endurecimiento de la defensa local también contribuyó a ello, pero lo que es difícilmente explicable es la desconexión tan alarmante de un Cortegada que pasó a encajar un 18-0 de parcial y fue incapaz de anotar un solo punto en casi cinco minutos de partido.

Fueron momentos en los que cada acción de las jugadoras vascas era canasta en el más amplio porcentaje de las veces.

Todas y cada una de las acciones debajo de tablero se resolvían siempre en favor de las locales, que camparon a sus anchas hacia un plácido final que pocos presagiaban tras el buen partido que estaba haciendo el Cortegada.

Los últimos minutos ya solo sirvieron para un intercambio de canastas en el que la incógnita del vencedor estaba ya más que resuelta. Una derrota final por 15 puntos de diferencia que supone la tercera consecutiva para el Cortegada en el presente 2020.