Si bien el debate sobre el mejor jugador de la historia no pone de acuerdo a todo el mundo, es unánime considerar, por palmarés, juego brillante, elegancia y carisma, a Roger Federer como el maestro del tenis. Adorado por algunos, respetado por todos, Roger Federer puso punto final a casi 25 años de una carrera tenística excepcional con un partido final en la Laver Cup junto a su gran rival y amigo Rafael Nadal, que se desarrollaba al cierre de esta edición.

Protesta ecológica quemándose un brazo El segundo partido de la Laver Cup fue interrumpido brevemente tras la irrupción en la cancha de un militante que prendió fuego a su brazo. El joven, con una camiseta que decía ‘Pongan fin a los aviones privados en el Reino Unido’, se acercó a la red. Se sentó en el medio de la pista y prendió una sustancia inflamable en su brazo, pero las llamas fueron rápidamente apagadas y el joven fue evacuado por la seguridad del torneo. | ANDY RAIN

“No sé si podré gestionar todo esto”, había admitido el suizo de 41 años el jueves en conferencia de prensa, cuando fue preguntado si temía que la emoción le embargue en diferentes momentos clave de esta jornada única. “En el pasado tuve momentos muy duros, a veces estuve horriblemente nervioso, antes de partidos en el transcurso de todos estos años”, añadió.

Con 157 finales en su carrera, 31 de ellas en Grand Slam (20 títulos), se podría pensar que Federer tiene suficiente experiencia para no ponerse tenso. Pero el hecho de que ese miedo escénico no haya desaparecido nunca explica también la longevidad y el éxito de su carrera. “Realmente podía llegar cada vez y decir ‘espero ganar este torneo’ durante, no sé, 15 años o más. Eso ha sido un privilegio”, reconoció,

“Adoro atarme las zapatillas, prepararme, ponerme la cinta (alrededor de la cabeza), mirarme al espejo (preguntándose) ‘¿Está todo ok? ¿Estoy listo para esto? Ok, vamos’. Pero aunque realmente lo adore, estoy contento de no tener que volver a hacerlo más”, explicó el suizo.

También recordó “las mariposas en el estómago, la espera durante toda una jornada, tomar el desayuno diciéndome que tenía otro gran partido por la noche y, oh, quedaban 15 horas de espera. Está bien, pero es estresante y las jornadas son interminables”.

“Será muy especial”, admitía Nadal. “Uno de los jugadores sino el jugador más importante de mi carrera se marcha. Al final vivir ese momento será difícil, pero está claro que es muy excitante y le estoy muy agradecido”, añadió.