Un terremoto agita el planeta fútbol desde que el domingo se anunciase la puesta en marcha de la Superliga europea, una competición semicerrada lanzada por 12 grandes clubes del continente, entre ellos el Real Madrid –principal impulsor a través de la figura de Florentino Pérez–, Barcelona y Atlético de Madrid, y a la que se oponen frontalmente tanto la UEFA como la FIFA, así como las principales ligas y federaciones nacionales, además de gobiernos nacionales. Ha desatado un terremoto porque amenaza con romper toda la pirámide del fútbol como se entendía hasta ahora, tanto en el plano deportivo como en el económico.

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, es el elegido para presidir la Superliga, un torneo que, aseguró el dirigente blanco, va a “ayudar al fútbol a todos los niveles a ocupar el lugar que le corresponde en el mundo”.

Asumirá la vicepresidencia del nuevo ente Joel Glazer, copresidente del Manchester United. “La Superliga abrirá un nuevo capítulo para el fútbol europeo, asegurando una competición e instalaciones de primer nivel, y un mayor apoyo financiero para la pirámide del fútbol en general”, señaló.

Ademas de los 3.500 millones de euros que recibirían los clubes fundadores para financiar sus inversiones y mitigar el impacto de la pandemia del coronavirus, tendrían una importante inyección económica. Por ejemplo, para el Barcelona sería como si le tocara la lotería, según los economistas consultados por Efe, porque los aproximadamente 300 millones de euros que ingresaría tan solo por formar parte de ella le solucionarían parte de los problemas financieros del club azulgrana.

“Sería una entrada de liquidez brutal para unos clubes, entre los que está el Barça, que han sido mal gestionados durante los últimos años y que además se han encontrado con el golpe del coronavirus”, explica Iván Cabeza, socio director de Laudem Partners y experto en la economía del Barça.

“Con 300 millones, el club podría pagar casi la mitad de su nuevo estadio”, añade, siempre dejando claro que hay que ser prudentes antes de tener toda la información sobre la nueva competición.

La noticia ha salpicado a la política. Así, Emmanuel Macron, presidente de Francia, ha emitido un comunicado en el que se muestra feliz por la renuncia de los clubes galos. El primer ministro británico, Boris Johnson, tras lamentar el domingo que se había producido “un golpe al corazón” del fútbol inglés, ayer garantizó desde la tribuna del Parlamento: ”Haré todo lo que sea posible para bloquear la participación” de los seis equipos ingleses. Mario Draghi, su homólogo de Italia, expresó su apoyo a los organismos oficiales.

Pedro Sánchez también se posiciona en contra del proyecto. “El gobierno de España no apoya la iniciativa de crear una Superliga de fútbol promovida por varios clubes europeos, entre ellos tres españoles, por entender que ha sido pensada y propuesta sin contar con las organizaciones representativas de este deporte, tanto a nivel nacional como internacional”, ha transmitido el ejecutivo a través de un comunicado.

Para el vicepresidente del Ejecutivo comunitario, Margaritis Schinas, “no hay margen para reservarlo a los pocos clubes ricos y poderosos que quieren romper los vínculos con todo lo que representan las asociaciones: ligas nacionales, ascensos y descensos y apoyo al fútbol aficionado de base. La universalidad, la inclusión y la diversidad son elementos clave del deporte europeo y de nuestro modo de vida europeo”, dijo el griego.

Numerosos exfutbolistas también se oponen a un proyecto que Ander Herrera, futbolista del París Saint Germain, critica desde su defensa del “fútbol popular, del fútbol de los aficionados, del sueño de ver al equipo de mi corazón competir contra los más grandes”, escribió el centrocampistas que pasó por el Zaragoza, el Athletic. “Creo en una Champions mejorada, pero no en que los ricos roben lo que el pueblo creó”, manifestó.

Gallego precursor

La idea de una Superliga europea no es nueva, ya que un empresario de A Coruña, afincado en Madrid, Carlos García Pardo, intentó montar esta competición hace 25 años con el nombre de Golden Cup, patrocinada por Telefónica y bajo la organización de Dorna. Cinco lustros después, el sueño de García Pardo parece tomar cuerpo y ser real con un proyecto que el empresario gallego cree que es “el mismo” con la diferencia de que quien lo “lidera es Florentino Pérez. Es una revolución que no tiene marcha atrás”, añade.

¿Quiénes jugarán?

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¿Cuál será el formato?

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¿Cuándo comenzará?

Ciento ochenta partidos por temporada

La Superliga es una competición europea semicerrada lanzada este pasado fin de semana por 12 grandes clubes del continente, que ha desatado un terremoto porque amenaza con romper toda la pirámide del fútbol como se entendía hasta ahora, tanto en lo deportivo como en lo económico.

Serán 20 equipos, entre ellos, por supuesto, “los 12 clubes fundadores” desvelados ayer más otros tres “fundadores”, a definir, más cinco clasificados cada año “sobre la base de sus resultados de la temporada precedente”. Hay seis ingleses (Manchester United y City, Chelsea, Arsenal, Tottenham y Liverpool), tres españoles (Madrid, Barça yAtlético) y tres italianos (Juventus, Inter y Milan)

Habrá una fase de dos grupos con diez equipos en cada uno de ellos, con partidos ida-vuelta que se disputarán entre semana, bajo el formato de un campeonato. Se jugará el torneo en 18 jornadas y 10 encuentros por cada una de las jornadas. Habrá un total de 180 partidos, repartidos entre martes, miércoles y jueves, respetando los fines de semana. Al final de esta fase de grupos, los tres mejores equipos de cada grupo se clasifican directamente para la fase de los cuartos de final. El cuarto y el quinto de cada grupo se cruzan en dos eliminatorias ida-vuelta para determinar las dos últimas plazas para cuartos.Los cuartos de final y las semifinales se disputarán con eliminatorias a dos partidos. La final, en el mes de mayo en terreno neutral, será a partido único

Los clubes fundadores desean que la Superliga arranque “tan pronto como sea posible”, con la perspectiva de hacerlo en agosto, aunque podría aplazarse hasta el verano de 2022. Queda por ver cómo encajaría el nuevo torneo dentro del ya de por sí saturado calendario futbolístico.