El Emirates habría sido un volcán de entusiasmo, pero era ayer un recinto frío y vacío que no pudo celebrar como merecería la enorme victoria del Arsenal sobre el Chelsea en un derbi londinense que pillaba a los locales con el agua al cuello. Sobre todo, a Mikel Arteta, el entrenador, cuyo cargo empezaba a peligrar. El 3-1 inapelable da una bocanada de aire al Arsenal, inusualmente cerca de la zona de descenso.

Arteta respiró aliviado después de tantas malas noticias. La última había sido el positivo por COVID-19 de Gabriel. La compresión del calendario invernal le tendrá ausente dos partidos más, ya que el Arsenal jugará ante el Brighton y el West Bromwich, rivales peor clasificados y que deberían permitirle huir de la zona baja.

El Liverpool salió ganando tras los resultados del Boxing Day sin haberse colocado las botas. No solo por la derrota del Chelsea. El campeón, que recibe hoy al West Bromwich Albion, puede ampliar su ventaja. El duelo entre el Leicester (segundo) y el Manchester United (tercero) se saldó con tablas (2-2). Marcus Rashford adelantó al United en una indecisión defensiva que le dejó solo pero Harvey Barnes equilibró el marcador ocho minutos después con zurdazo desde fuera del área. Volvió a adelantarse el cuadro visitante mediante Bruno Fernandes a once minutos del final, y la reacción del Leicester fue más rápida para restablecer la igualdad. Solo cinco minutos gracias a un tiro de Jamie Vardy.