Serán los dos jugadores que más atraerán la atención en el Atlético-Barça. A Joao Félix lo fichó Antoine Griezmann para el Atlético. Dejó el futbolista francés 120 millones en la caja del Metropolitano –más luego otros 15 de una multa que impuso Enrique Cerezo a Josep María Bartomeu camuflada en forma de derecho de tanteo– con los que el club madrileño pagó al Benfica para llevarse la joya más sugerente de Portugal. Un año tuvo el Atlético para estudiar y elegir a quién le entregaría la camiseta con el 7 que iba a dejar Griezmann, que amagó en el verano de 2018 con irse al Barça antes de tomar el avión con retraso.

El precio que costaron ejerce de severo juez para puntuar su rendimiento. Cada 7 está a prueba aún en su equipo: el joven portugués (21) llamado a ser uno de los grandes de la próxima generación y el veterano francés (29) aunque sea campeón del mundo.

Llevan el mismo número, uno sustituyó al otro, pero son futbolistas distintos aunque pertenezcan a la genérica condición de mediapunta; no son extremos ni son delanteros de referencia ni especialistas de área ni tienen pulmones para ejercer de centrocampistas.

La segunda temporada debe ser la de la confirmación para ambos. Y Joao Felix ha progresado de forma espectacular. Griezmann, en cambio, sigue arrastrando el aire melancólico con el que se presentó el primer día, tal vez debido a la frialdad que se encontró en Barcelona.

Joao Félix disputó 36 partidos (28 como titular) en la pasada temporada, de los que solo acabó 6, lo que no ahorró críticas a Simeone. Al portugués, sin la exigible regularidad de un futbolista contrastado, se le advirtieron las hechuras de un joven especial, imaginativo. “Joao crece diariamente, nos ilusiona y entusiasma”, decía ayer Simeone, poco generoso en la lisonjería.

Marcó 9 goles Joao Félix en la campaña de presentación, que duró de agosto a agosto. En los dos meses de la actual ha disputado los 10 partidos (7 de Liga) y ha completado 5. Acumula ya 7 goles.

Griezmann, en cambio, debe conformarse con los dos de las dos últimas jornadas, ante el Alavés y el Betis. Se diría que está en racha de no ser porque los nubarrones siguen ensombreciendo su estancia en el Camp Nou, ahora también por las polémicas declaraciones de su entorno en contra de Messi y el enfado de este.

Koeman le ha devuelto el estatus de titular que iba perdiendo con Quique Setién, pero no tiene tiempo ni paciencia por malgastar con Griezmann. El francés aguanta en el once ante la amenaza de Pedri y Ansu (lesionado), la vuelta de Coutinho y la rehabilitación de Dembélé, pero solo ha acabado uno de los diez partidos.