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FÚTBOL

Un vigués en Transilvania

Rubén Albés cumple cinco meses al frente del Hermannstadt rumano al que salvó del descenso la pasada temporada y tiene ahora peleando por dar un nuevo paso adelante

Rubén Albés entre el presidente, Claudiu Rotar, y la directiva Anamaria Prodam. FDV

“En esto del fútbol hay que tener siempre la maleta preparada”. Cinco meses han pasado desde que el técnico vigués Rubén Albés (ex del Celta B) se subió a un avión que le llevaría a Rumanía, en plena región de Transilvania, para hacerse cargo del Hermannstadt, club con apenas cinco años de existencia que estaba en peligro de descenso a Segunda División. Albés se presentó en Sibiu –preciosa ciudad con un marcado pasado germano– junto con sus dos ayudantes (Iván Cabezuelo y Toni Madrigal), perdieron los primeros partidos, pero en unas semanas habían obrado el milagro. El Hermannstadt finalizó octavo, logró la salvación con cierta holgura y el cuerpo técnico se ganó el derecho a estirar su estancia allí. Albés recuerda aquel acelerado desembarco: “Apenas tuvimos dos días para hacerlo todo. No había mucho tiempo para pensar las cosas por la situación del club, en una importante crisis deportiva y económica. No le tuvimos miedo a la aventura y la verdad es que la experiencia está siendo fabulosa”.

Explica Albés que se encontró un club donde le sorprendió por encima de todo “la profesionalidad de los futbolistas. Un gran grupo, muy serio, receptivo a todo lo que le pudieses decir, en hacerle sencillo el trabajo al entrenador. Fue mucho más sencillo todo gracias a ellos”. Y a esa Liga ha ido acostumbrándose Albés: “A veces por el hecho de estar en España tiendes a considerar únicamente a las ligas más fuertes de Europa y se desprecian otros campeonatos. Es evidente que la rumana es una Liga de segundo nivel, pero es complicada y muy dura. Yo siempre recuerdo lo mismo. La temporada pasada el equipo que más cerca estuvo de tumbar al Sevilla en la Europa League fue el Cluj”. Sobre las características de la Liga cuenta Rubén Albés que “es posiblemente más física, algo que seguro está condicionado por el estado de los campos de juego, por el frío. Y también porque les han influido campeonatos más próximos como el alemán”. Albés es uno de los pocos técnicos extranjeros que están en la máxima categoría algo que en gran medida está provocado porque “en Rumanía siempre han tratado de proteger e impulsar la figura del técnico local. Pero no tienen una mentalidad cerrada. Cuando han venido entrenadores de fuera se abren a las nuevas ideas que les pueden aportar. Yo es lo que he percibido desde el primer momento”.

En esta temporada el Hermannstadt pelea por salvar la categoría aunque no está lejos de los puestos que dan derecho a jugar el play-off por el título (lo disputan los ocho primeros).Las últimas y lógicas derrotas contra los dos primeros clasificados les han frenado un poco tras haber firmado una serie de trece partidos sin perder: “Estoy contento. Creo en la adaptabilidad. Hemos ido cambiando cosas desde el primer día, desde que perdimos el primer partido. Es importante tener capacidad para adaptarte a los futbolistas más allá de que luego hay cuestiones del estilo que son innegociables”.

En la actual temporada ha tenido que lidiar con la pérdida de sus dos delanteros centros, pero en el club se ha asentado la idea de dar un paso adelante tras el buen cierre de temporada anterior: “Pasa siempre en esto del fútbol. Muy pronto se empieza a desvirtuar la realidad y se empieza a pensar en otras cosas. Es importante ser consciente de la realidad de cada uno. Hemos tenido que reconstruir el equipo, las cosas están yendo bien para lograr una salvación más tranquila y si se dan una serie de circunstancias muy especiales....pues a lo mejor podemos ver otras cosas”. Albés, a la hora de analizar su propio trabajo, no quiere quedarse solo con el último marcador o la clasificación que sea capaz de lograr: “El club está en un momento importante. Es joven y está en medio de asuntos importantes como el estadio nuevo. Pero yo pienso en que cuando me vaya haya podido dejar el club mejor de lo que lo encontré a todos los niveles. En eso sigo siendo un idealista”.

El Hermannstadt es un club curioso también por las figuras que lideran su proyecto. Hace poco entró en la directiva Anamaria Prodan, una exmodelo que tiene una enorme experiencia como agente de futbolistas. Llegó a la entidad junto a su marido, un exjugador del Steaua y Kaiserslautern, y no ha tardado en convertirse en la cara más representativa del club y en una de las voces con mayor capacidad de mando. En la dirección general ha sentado a su hija, Rebecca Dumitrescu, que con solo 21 años lleva la parte ejecutiva del Hermannstadt. Un caso único en el fútbol europeo. Albés lidia con la situación con tranquilidad y de Prodan explica que “es una mujer que conoce de sobra cómo se mueve el mundo del fútbol. Ha estado muchos años como agente y cuando estás con ella no tardas en comprobar que entiende perfectamente el negocio”. Y habla de la presión que también existe en Rumanía: “Como en España o más. En eso el fútbol es muy parecido en todas partes. Aquí la sientes todos los días, en cada entrenamiento, en cada partido. Pero es parte de esta historia y hay que acostumbrarse a eso”.

Rubén admite que la pandemia del coronavirus, que también ha golpeado con fuerza en Rumanía y especialmente en la ciudad de Sibiu tampoco le ha afectado demasiado en lo personal porque “han sido meses muy frenéticos en los que hemos pasado casi todo el tiempo trabajando, empapándonos del fútbol rumano. Tenemos las medidas de protección de la mayoría de países, pero lo hubiera sentido más si hiciésemos más vida social, pero nos dedicamos a trabajar y unos pocos paseos. No mucho más”.

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