Lo que se temía, lo que evitó el Tour, lo que no desea la Vuelta a partir del día 20, ocurrió ayer en un Giro que se despertó con la noticia de que Simon Yates había dado positivo en la prueba para detectar la presencia del covid-19. El británico, ganador de la Vuelta 2018, era, de salida, uno de los favoritos al triunfo pero ya falló en la primera montaña de la prueba, el lunes en el Etna, y no daba la impresión de que podía pelear por la maglia rosa. Pero lo de dar positivo fue un mazazo impresionante por lo que pueda ocurrir a partir de ahora en Italia.

Yates llegó el viernes a la meta de Bríndisi con fiebre y se puso en marcha el protocolo. Al dar positivo se analizaron a los compañeros y auxiliares del Mitchelton, el equipo australiano qu lideraba en el Giro, con resultado negativo. Pero, ¿el virus ha entrado en un pelotón donde es imposible por la propia inercia del ciclismo mantener la distancia social? La respuesta se obtendrá en las pruebas que se realizarán hoy y mañana a todos los corredores y personal de los equipos. El martes por la mañana se conocerán los resultados. Si el Tour salvó ese obstáculo y llegó a París para mayor gloria de Tadej Pogacar, el futuro del Giro resulta como mínimo preocupante, algo que no ocultó ayer Mauro Vegni, director de la carrera. "Me deja un poco perplejo que Yates sea el único positivo del equipo. Es difícil de entender". Y añadió: "Que haya habido un solo caso después de ocho días de carrera con el crecimiento del covid 19 que se está observando en Italia y en el extranjero no es tan grave. Es una señal importante que nos obliga a seguir más de cerca el caso. Si los resultados de las pruebas del lunes son importantes en número de positivos deberemos revisar la situación", aseguró.

De todas maneras, da la impresión en Italia, un país que ha pasado de una situación aceptable al inicio del Giro en cuanto a personas contagiadas a preocupante, de que algunos equipos han relajado las medidas que tan bien y de forma férrea practicaron durante el Tour. Ayer mismo, solo fue necesario recorrer en coche los 100 últimos kilómetros de la octava etapa que ganó en solitario el británico Alex Dowsett, un exMovistar que dio la primera victoria en una grande al equipo de Israel, para observar detalles que deberían evitarse. En el control de avituallamiento auxiliares de dos equipos diferentes, que tienen prohibido el contacto según el protocolo, comían juntos los paninis, sin distancia de por medio y , en este caso, sin la mascarilla puesto que, de lo contrario, sería imposible morder el pan y su contenido.

La novena etapa del Giro de hoy entre San Salvo y Roccaraso (Aremogna), de 207 kilómetros ofrece un prueba de fuego para los hombres de la general, con cuatro puertos, un total de 4.000 metros de desnivel acumulado y el ascenso final a Roccaraso para medir fuerzas.