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Teresa Portela saluda tras una competición. // FDV

Galicia Olímpica

El mejor ciclo olímpico de Teresa Portela

La canguesa sueña con lograr al fin la medalla olímpica de la que se quedó a dos décimas en Londres - Hace dos años fue madre, pero consiguió regresar a su mejor nivel

Las dos décimas que separaron a Teresa Portela del podio olímpico hace cuatro años aún duelen. A ella y la mayoría de los aficionados gallegos que confiaban en que al fin el destino recompensase a la canguesa con una medalla en unos Juegos Olímpicos. En una distancia descarnada como son los 200 metros, donde los errores se pagan demasiado caros, una mediocre salida le complicó la vida. Luego su esfierzo la llevó al cuarto puesto. A un pestañeo del podio.

Han pasado muchas cosas desde entonces en la vida de Teresa Portela. La principal de ellas fue su maternidad. Aprovechando el periodo de cuatro años planificó su vida para ser madre, una de esas ilusiones que la acompañaba pero que suele tener un coste muy elevado para una deportistas. Teresa no quería esperar más. Y hace dos años nació Naira.

Las incógnitas sobre su rendimiento las destapó hace un año cuando en el Mundial volvió a subir al podio y se ganó la plaza en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Con margen suficiente para planificarlo todo, para organizar el trabajo. Había necesitado apenas diez meses para alcanzar el pico de forma necesario para estar de nuevo entre las mejores del mundo. Una prueba más del nivel competitivo de esta mujer, de su experiencia y capacidad de esfuerzo. A partir de ahí ya solo quedaba planificar la preparación para la cita de Río de Janeiro.

Y ahora llegamos a ese punto. Con la duda de si Teresa Portela se enfrenta a la última posibilidad de ascender a un podio olímpico. La lógica dice que sí. Nadie en España ha asomado a unos sextos Juegos Olímpicos (implica 24 años a un nivel superlativo). Lo inmediato es saber hasta dónde llegará en Brasil en un campo de regatas complejo, lleno de algas que amenazan con engancharse en las piraguas y que no gusta en exceso a quienes lo han probado.

Teresa Portela vive estos días -los anteriores a viajar- centrada solo en el entrenamiento y en la familia. Está en el momento de ajustarlo todo, de poner en su sitio lo necesario para meterse en una final olímpica y una vez allí disparar sus sueños. Ha limitado al máximo sus apariciones e incluso el otro día disculpó su presencia en la despedida que le preparó el Concello de Cangas. La prueba del grado de inmersión que vive en busca de ese punto que necesita, de ese extra que al final puede darle a uno la presencia en la final olímpico o no.

La canguesa se acuerda de aquellas dos décimas de Londres, pero le duele sobre todo por saber que entonces había desaprovechado el mejor momento de su carrera deportiva: "Estaba mejor que nunca. Era mi momento y esa es la rabia que me da cuando pienso y recuerdo en lo que sucedió allí. Pero salí mal y lo pagué. Duele porque yo estaba entonces para hacer mejor puesto que el que hice. Pero conozco la prueba y en esa distancia no se pueden cometer errores de esa clase. No hay forma de recuperarles".

La duda es cómo está ahora en comparación con el resto de rivales. Preguntas que se irán contestando en Río de Janeiro y que seguramente no se sabrá hasta que el último día se vean las ocho mejores de las eliminatorias. No será fácil estar ahí como ella misma asegura: "Es que colocarse en una final de los Juegos Olímpicos es realmente complicado. Influyen muchos factores y hay que esperar a ver qué sucede en las eliminatorias, que no haya alguna clase de tropiezo, el viento..." Portela tiene claro (como el resto de los entendidos) que hay una palista que está por encima del resto. Los 200 metros son patrimonio de Lisa Carrington, que debería colgarse el oro si hace buenos los pronósticos. Después de ella aparece una colección de palistas en parecidas condiciones y ahí está Portela: "Ojalá pueda decir que llego igual que hace cuatro años. Espero estar cerca de ese nivel, pero en aquel momento sentía que estaba como nunca. De todos modos, hay un grupo de palistas que deberíamos estar a un parecido nivel y en una prueba como esa de 200 metros puede pasar cualquier cosa. Las diferencias son mínimas".

Teresa Portela partirá en unos días hacia Brasil. Lo hará sin su pequeña Naira, algo que le duele en el alma porque la niña ya forma parte de su "equipo técnico" en las grandes competiciones y nunca ha estado tanto tiempo separada de ella. Su sueño es traerle de vuelta de Brasil el mejor de los recuerdos que un deportista puede encontrar en una cita olímpica. Su carrera merece esa medalla. Conseguirlo ya depende de otras cuestiones. Y en ocasiones, todo se resuelve en apenas un par de décimas. Ella lo sabe mejor que nadie.

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