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El tiro errado de Craig Hodges

El ganador de tres concursos de triples en el All Star atribuye el abrupto final de su carrera a su activismo político, aunque un tribunal rechazó su demanda contra la liga

Craig Hodges.

Los Bulls visitan la Casa Blanca. Es verano de 1992. Acaban de conquistar el segundo anillo. El presidente George Bush padre les dedica una recepción oficial. Dirigentes, técnicos y jugadores se presentan trajeados. Salvo Craig Hodges, que viste un dashiki, la colorida camisola propia del África occidental, que es en Estados Unidos un emblema político. El comisionado David Stern asegurará tiempo después que se acerca a Hogdes y le comenta con una sonrisa: "Te queda muy bien".

El jugador se siente muy próximo a Louis Farrakhan y su Nación del Islam, que tiene su sede precisamente en Chicago. Aprovecha el instante para entregarle en mano a Bush una carta de su puño y letra, en la que le exige un mayor esfuerzo en la lucha contra la discriminación de la comunidad afroamericana. En los reportajes no se suele mencionar la reacción del presidente. Sí lo que sucede a continuación. Los Bulls cortan a Hodges, de apenas 32 años. Ninguna franquicia lo reclama, ni siquiera para ponerlo a prueba en los campus de pretemporada. Nadie atiende las llamadas de su agente. Hodges jugará brevemente en Suecia, antes de retirarse.

Hodges siempre se había distinguido por su compromiso político. Dirigía sus invectivas hacia las instituciones, pero también hacia sus compañeros negros de la liga, a los que criticaba que desaprovechasen su popularidad y su dinero. Sus declaraciones, sin embargo, no le habían impedido construir una sólida carrera como especialista en el tiro exterior. Tex Winter, el maestro de Phil Jackson, le había inculcado los secretos del "triángulo ofensivo" en su época universitaria en Long Beach State. Y lo reclutó para los Bulls. Sus tres victorias consecutivas en el concurso de triples del All Star (logro sólo igualado por Bird) multiplicaron su fama. En liga regular, desempeñó un papel específico en los primeros éxitos del grupo liderado por Jordan. Aunque las lesiones lo habían lastrado ciertamente en su última campaña. Disputó 53 de los 82 partidos de liga regular, con apenas 10 minutos de media.

Hodges vinculará su despido al dashiki y la carta. Cree que las franquicias lo vetan. "Pasé de ganar 600.000 dólares al año a no tener nada", cuantifica. Puede uno imaginarse su creciente amargura, que en 1996 desemboca en una demanda contra la NBA. Denuncia la existencia de una conspiración y exige 40 millones de dólares de indemnización. Aporta indicios. Asegura que Jim Cleamons, ayudante de Phil Jackson, le confesó que se había convertido en una figura incómoda. Añade que Bill McKinney, un ejecutivo negro de los Pistons, es el único que lo quiere a prueba, ofrecimiento que enseguida retira. "Los hermanos tienen familias, si sabes lo que quiero decir", le explica. Pero McKinney negará haber pronunciado tales palabras y otros dirigentes de la NBA, tanto blancos como de color, incluyendo al comisionado Stern, rechazan que a Hodges lo estén penalizando por su ideología.

Otros se sitúan en un punto medio. Phil Jackson asegura que descartó a Hodges, conocido por su fragilidad defensiva, porque fichando a Trent Tucker mejoraba la plantilla. Pero le resulta extraño que nadie haya querido contratarlo. "Al menos siempre recibo una llamada por cada jugador al que no firmo", indica. Jackson destaca su calidad humana, su disciplina, su espiritualidad. "De acuerdo, no defiende mucho, pero hay un montón de tipos en la liga que no lo hacen, y pocos pueden lanzar como él", establece. Buck Williams, presidente del sindicato de jugadores, declara: "No sé si Hodges ha perdido su trabajo por sus opiniones políticas. Pero es una carga llevar esa etiqueta de militante. Puede haber repercusiones si hablas con contundencia sobre asuntos delicados".

Todo juega en contra de Hodges. Su mundo se derrumba. Centrado en el juicio, pierde su puesto como entrenador de la universidad de Chicago State (8-51 es su marca en dos temporadas). Solicita apoyo al reverendo Jesse Jackson. Pide al famoso Johnnie Cochran que sea su abogado. Todos le cierran la puerta. Años después recordará: "Cochran representó a O.J. Simpson (acusado de haber asesinado a su mujer y el amante de ésta). Pero a mí no podía ayudarme". Y aún añade: "Nunca tuve problemas de drogas o armas, ni por violar mujeres ni nada de eso. Solo quería ayudar a mi comunidad y eso me convirtió en problemático". Su demanda es finalmente rechazada.

Hodges tendrá que buscarse la vida fuera de la NBA durante muchos años. Hasta que en 2005 suena el teléfono. Jackson lo quiere en su cuerpo técnico en los Lakers. Estará junto a él hasta que ambos abandonen la franquicia en 2011. Jugadores como Ariza o Bynum destacan la importancia de Hodges en la mejoría de su técnica de tiro. Cuando Obama reciba a los angelinos en la Casa Blanca para celebrar sus dos últimos anillos, Hodges no acudirá. No por su activismo, en el que seguramente incluía el sueño de un presidente negro, sino porque las reglas del protocolo no lo consideran suficientemente importante. De él se supo hace poco que no participó en el partido en Corea del Norte organizado por Dennis Rodman debido a un retraso aéreo.

"Jugué diez años en la liga y gané títulos. Así que no hay amargura", ha comentado en su balance vital, citado por LZ Granderson para ESPN. "Pero a la vez estoy decepcionado. Hice lo que hice para ayudar a mi comunidad y eso les ha costado a mis nietos millones de dólares. Le ha costado a mi comunidad millones, porque no fui capaz de invertir ese dinero y devolverlo".

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