Partido con dos caras del Pontevedra en Eibar. El primer período fue de los gallegos, pero no tuvieron poder de definición y en el último suspiro de ese acto, una pérdida de balón de Vázquez en zona peligrosa la aprovechaba Altuna para hacer el gol que había de ser decisivo. Y es que este tanto le dio alas al equipo local, que dominó en el segundo periodo a un Pontevedra que sólo tuvo una oportunidad clara en las botas de Ibán Espadas. La revolución en el equipo de Roberto Aguirre gustó durante 45 minutos, pero la triste realidad es que el equipo retornó de vacío desde Ipurúa.

El dominio claro del Pontevedra en la mitad inicial obligó a trabajar a destajo al cancerbero Irureta. Desde los primeros minutos, la revolución de Roberto Aguirre en el once titular después del 0-5 de la semana anterior en casa dio sus frutos. El equipo dio una imagen bastante positiva en un campo siempre complicado. Ya antes de los diez minutos, Gerardo y Carril pusieron a prueba al cancerbero de los armeros.

Nevado, Santi Amaro y Gerardo le daban un nuevo aire al centro del campo del cuadro granate, pero la movilidad de Gerardo, buen argumento en el inicio, se truncó con una lesión en el minuto 21 que obligó a su sustitución. Ibán Espadas entraba al césped, señal de ambición en Roberto Aguirre.

El Pontevedra seguía controlando, pero los dos centrales del Eibar y su portero se multiplicaron achicando balones. También el Eibar notaba la ausencia de Lombraña en el centro del campo, uno de sus galvanizadores en el juego de ataque y el equilibrio entre las líneas. Los vascos ofrecieron un fútbol bastante pobre en ideas creativas.

Por ello, el centro del campo y la posesión era para un Pontevedra que buscaba arriba las referencias de Charles y Espadas, con Carril también muy activo entre líneas. Los locales trataban de hacer peligro en envíos en largo, buscando la espalda de la defensa, pero Orlando Quintana vivía un primer tiempo bastante tranquilo.

Los contrastes del fútbol y su ausencia de justicia quedaron patentes en el tramo final. Espadas, con la portería vacía, falló lo impensable en el minuto 40, aprovechando un malentendido entre el portero y su defensa. Pero en la jugada siguiente se fragua el ataque del Eibar y Altuna hacía el primer tanto del equipo armero, en la primera oportunidad clara de los vascos.

La segunda parte fue de los locales. El Eibar progresó y salió dispuesto a aumentar su resultado con un fútbol más tranquilo y reposado, dominando en todas las facetas a un Pontevedra que intentó cosas, pero no le salió nada. Bastante hizo el cuadro lerezano con frenar los ataques de un Eibar que se apoderó de la parcela ancha.

Sólo una oportunidad clara para el Pontevedra, una opción clarísima para Ibán Espadas pero sin acierto en el remate cuando lo más sencillo parecía hacer el tanto de la igualada. Roberto Aguirre se vio obligado a hacer un segundo cambio de nuevo por culpa de una lesión. Perdía referencias en el ataque el Pontevedra cuando Charles se resentía mediado este periodo. Toque caballeroso en el Eibar, ya que Codina cortó un posible contragolpe de los guipuzcoanos para echar el balón fuera cuando vio a Charles en el suelo. Santi Villa ocupó su espacio.

Sutil pudo hacer el segundo gol de los locales en el minuto 85, pero Orlando Quintana respondió muy bien atrapando un difícil balón. Los pontevedreses se echaban hacia adelante dejando algunos huecos en su estructura defensiva, pero los vascos no pudieron sentenciar con el segundo poste.

En los últimos compases, las prisas fueron malas consejeras para el conjunto de Roberto Aguirre, que abusaba de los balones en largo también porque la presión del Eibar en el centro del campo impedía las triangulaciones y buscar el juego raso para llegar a las inmediaciones de la meta de Iruretagoyena.

Carril fue el más destacado en esa tarea, siendo quizá el mejor jugador del Pontevedra, pero faltó ese remate salvador en el área y el partido acabó con la derrota de un Pontevedra que quería cerrar así ese mal tramo de resultados después del doloroso cero a cinco de la semana anterior. Se vieron signos de mejoría en el enfermo, pero el resultado fue adverso.