Desde que en el año 1974, un campesino descubriese por casualidad el primero de miles de soldados de terracota de Xian, una pregunta rondaba las cabezas de los arqueólogos y personas fascinadas por este Patrimonio de la Humanidad: ¿Cómo había sido posible que las armas de bronce se hubieran conservado tan bien a pesar de llevar enterradas más de 2.000 años? Muchos investigadores creían que se debía a una antigua 'receta' china para evitar la corrosión. La respuesta ha llegado en este siglo XXI y de la mano de un equipo de arqueólogos liderados por un gallego, Marcos Martinón-Torres. Ayer, en Twitter escribía desde Cambridge: "La superficie de cromo de las armas de bronce del Ejército de Terracota no es un antiguo tratamiento anti-óxido ni la razón de su buena conservación". Entonces, ¿a qué se ha debido? "La buena conservación del metal resulta probablemente del ph moderadamente alcalino y el tamaño muy pequeño de las partículas del suelo de la tumba, además de la composición del bronce".

Esta explicación se encuentra desde ayer en la revista "Scientific Reports" en un artículo firmado por Martinón y otros 13 investigadores. En él, explican que "durante cuarenta años" se había creído que 2.000 años atrás la dinastía china Qin habían desarrollado "una avanzada" tecnología para impedir la corrosión de los metales y que consistiría en realizar una especie de manto de cromo.

Esta creencia se basaba en el hallazgo de trazas de cromo en la superficie de bronce de las armas enterradas con el Ejército de Terracota. Los científicos realizaron diversas pruebas hasta que concluyeron que esos restos de cromo se habían formado "por contaminación" con la laca que usaron para embadurnar las partes de madera de las armas enterradas cerca de las de bronce.

De esa manera, se abandonó la teoría del tratamiento anti-óxido como poción mágica de antiguos artesanos chinos. El estudio recoge que "una razón clave para la buena preservación de los bronces puede residir en la calidad del suelo local".

Además, tras los análisis de las armas, evidenciaron que las espadas mejor conservadas presentaban una pátina pobre en cromo. Lo que finalmente han concluido es que la presencia de estaño y de "pequeños niveles de arsénico" en el bronce "contribuyen a inhibir la corrosión".

Además, "la naturaleza del suelo donde fueron enterrados los bronces ha contribuido a su preservación. Este factor no había sido considerado en trabajos anteriores", apuntan los científicos.

Como añadido, el suelo -donde estaban las armas enterradas- está poco aireado; presenta un PH situado entre 8,1 y 8,5; así como un contenido orgánico bajo, lo que evita la formación de ácidos que corroan el bronce.

El estudio, además, señala que "esfuerzos deben realizarse para poner al día" la cartelería informativa del museo y otra literatura popular sobre el enterramiento de los guerreros actualizándolos con los nuevos descubrimientos que el equipo liderado por Martinón ha realizado.