El Gobierno portugués decidió la semana pasada reforzar las restricciones contra la sexta ola del coronavirus. De entre todas ellas, una hizo saltar las alarmas de este de la de 'a raia': la necesidad de presentar no solo el certificado COVID para cruzar la frontera, sino también la obligación de acompañarlo con una prueba negativa, fuese PCR o de antígenos. La entrada en vigor del paquete de medidas estaba fijada para el 1 de diciembre, y en los días previos comenzaron a surgir las dudas sobre cómo se aplicaría en la práctica la nueva normativa.

El último mensaje que lanzaron las autoridades lusas antes del miércoles fue que a los gallegos, tanto a los trabajadores transfronterizos como al resto, no se les pediría la prueba negativa, solo el certificado digital. La confusión estaba sembrada y la afluencia al tradicional mercado de Valença pinchó de manera estrepitosa.

Pero lo cierto es que se está cumpliendo esa última aclaración: en los controles aleatorios y puntuales que está realizando la Guarida Nacional Republicana basta con mostrar el pasaporte COVID europeo, es decir, o certificado de vacunación, o test de las 72 horas anteriores o acreditación de haber pasado la enfermedad los 180 días anteriores.

Esto es así porque las autoridades del país vecino consideran que España está en riesgo moderado de transmisión del coronavirus. Por el contrario, en el mismo control que a los gallegos se les eximía de los test, a los franceses y alemanes sí que se les reclamaba la prueba negativa, según pudo constatar un equipo de la TVG sobre el terreno. Y es que ambos países se encuentran en riesgo alto.

Parece que el origen de todo el caos se encuentra en la interpretación de los niveles de alerta de Portugal: en su sitio oficial se despliegan varios mapas con distintos factores que resultan en clasificaciones que no siempre coinciden entre sí. La que hay que tener en cuenta, en la que Galicia está en riesgo medio en la última actualización, es la de incidencia acumulada a 14 días. Así que, mientras no cambie ese mapa, no será necesario test alguno para cruzar 'a raia', siempre que se cuente con el certificado COVID.

En lo que las autoridades portuguesas sí están cumpliendo a raja tabla lo publicado en el diario oficial de la República es el procedimiento para controlar el cumplimiento de las medidas. No se han instalado controles fronterizos fijos como los establecidos durante varias fases de la pandemia, sino que se hacen chequeos aleatorios de la documentación, sin especial afectación a la fluidez del tráfico. En caso de detectar a alguien que debe tener el test negativo y carece de él, primero se le ofrece la posibilidad de realizarlo en un punto próximo (una farmacia, normalmente). Si se niega es cuando entran en liza las multas, que van desde los 300 a los 800 euros.