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Los achaques de la Virgen de la Roca

La Virgen de la Roca sufrió el desprendimiento de un pedazo del manto. Marta G. Brea

Hace ya 101 años que comenzó a construirse y el próximo día 14 se cumplirán 91 desde la inauguración de la Virgen de la Roca, el emblemático monumento baionés que diseñó el célebre arquitecto Antonio Palacios y que se erigió por cuestación popular para honrar y proteger a las gentes del mar. La edad no perdona y la exposición a los efectos del viento, la lluvia y el salitre, tampoco. Así lo demuestra el desprendimiento de una lasca del manto de granito que se eleva sobre el Monte Sansón el pasado 29 de agosto y la grieta que lo precedió localizada en pleno mes de julio.

Síntomas que serán analizados en los próximos días por expertos de Proyecto Arte Restauración y Conservación de Arquitecturas y Bienes Históricos, una empresa que ha dado la vuelta a España para recuperar numerosos monumentos, entre ellos la catedral de Santiago, y se ocupó ya en 2014 de rehabilitar la corona de la imagen pétrea, además de desempeñar en el mismo año un trabajo tan importante como la reparación del cruceiro de Santísima Trinidade, el único cubierto de la provincia.

El Concello ha contratado a la firma restauradora para la ejecución de un estudio estructural sobre el estado de conservación de la Virgen de la Roca, según confirma el concejal de Urbanismo, Víctor Muñoz. Aunque el informe inicial de los técnicos municipales certifica que “no existe peligro inminente” sin descartar algún otro desconchado del cuerpo de granito, el gobierno municipal quiere conocer a fondo cómo se encuentra uno de sus mayores símbolos y atractivos turísticos para evitar riesgos, explica el edil.

El diagnóstico de los restauradores será clave para saber qué tratamiento necesita la majestuosa escultura realizada en granito y mármol, desde cuyo mirador en forma de barco pueden contemplarse las mejores panorámicas del Atlántico y de la villa real.

En su casi un siglo de vida se le han aplicado varios, cuatro desde que hay registros, con sus aparatosos y laboriosos andamiajes de 15 metros de alto para cubrir todo el cuerpo y en suelo rocoso irregular. El primero llegó en 1985, según la documentación que obra en las dependencias del departamento municipal de Urbanismo. El Ayuntamiento encargaba ya entonces un estudio técnico al arquitecto Luis Miguel Zozaya Servera para mejorar su estado de conservación. El profesional ya apreciaba entonces “un desprendimiento en la corona de la Virgen debido aparentemente a la corrosión de la armadura interior”, así como “un importante deterioro” en el barco que sostiene en su mano derecha y separaciones de las juntas de la zona inferior del manto, además de “desconchamientos en diversas zonas del monumento”. Se realizaron parte de las reparaciones y un saneamiento integral mediante limpieza exhaustiva. Tres años más tarde se llevaron a cabo pequeñas obras centradas en el revestimiento de la barca-mirador, que presentaba más desconchamientos, y la sustitución de la barandilla.

Durante los diecisiete años siguientes no constan intervenciones. Fue en 2005 cuando el Concello contrató a la empresa Comercial Doca para un nuevo tratamiento. Se había detectado “un grave deterioro en la estructura del barco” y se procedió a restaurarlo.

La última operación fue la de 2014, a cargo de los técnicos que ahora volverán a examinar la imagen. Fueron unas grietas en la corona las que desataron entonces las alarmas y, además de la restauración integral de la pieza superior del monumento, la actuación incluyó un lavado integral del manto que permitió limpiarlo al completo.

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