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Varios perros, en la protectora de Tui.FdV

Siete de cada diez perros abandonados en el refugio de Tui son “descartes” de caza

Los animales suelen llegar con traumatismos o con alguna enfermedad y los dueños los dejan atados a un árbol | Hay canes que llevan más de una década en la protectora

El cierre perimetral de Tui está teniendo varios efectos colaterales. Uno de ellos es el del comercio, cuya facturación se ha desplomado en este último mes. Pero hay otros problemas que están más escondidos pero que están haciendo mucho daño al municipio del Baixo Miño. Uno de ellos afecta a la protectora Aloia, ubicada en Guillarei. Y es que el hecho de que no puedan entrar ni salir personas que no sean del municipio ha provocado que las adopciones de animales hayan caído en picado, pues habitualmente gente de Tomiño, A Guarda o incluso Vigo iban a la protectora de Tui a adoptar. Los abandonos, sin embargo, no se han mitigado y en una semana los responsables y voluntarios de la protectora pueden llegar a recoger más de cinco animales abandonados. Esto ha provocado que el refugio esté más que colapsado.

Canes refugiados en la protectora Aloia a la espera de una adopción.

Por poner un poco de perspectiva, atendiendo a los datos, la capacidad máxima de la protectora es de unos setenta animales. Pues ahora tienen 90. “Estamos completamente superados, pero hay que recoger a los perros que dejan en la calle, no queda otra. Espacio ya no tenemos, lo hacemos como podemos, pero estamos en un momento en el que ya no hay dónde meterlos”, asegura José Joaquín Solleiro, director y tesorero de la protectora tudense.

Hay una cosa que llama especialmente la atención, y es que en torno al 70%, es decir, siete de cada diez de los perros que están llegando a la protectora pertenecían a cazadores, es decir, son animales “descartados” para esta práctica, bien porque ya son demasiado mayores o porque son jóvenes y tras ser entrenados se dan cuenta que no valen para cazar. “La mayoría son podencos, restos de cazadores, perros que ya no les valen”, relata Solleiro.

Es más, una gran mayoría de los animales que llegan a las instalaciones de la protectora Aloia se encuentran en un estado deplorable, con traumatismos, contusiones e incluso sarna. “Hace poco entró un pastor alemán con sarna que no tenía ni un pelo en todo el cuerpo”, recuerda José Joaquín Solleiro. Algunos llegan con evidentes síntomas de maltrato o con enfermedades que en ningún momento han sido tratadas. La crueldad de algunos dueños alcanza hasta el punto de que muchos de ellos, para abandonar a su perro, deja al animal atado a un árbol cercano al refugio tudense. Y cuando los voluntarios llegan por las mañanas se encuentran al perro atado y en malas condiciones, lo liberan y le buscan hueco de forma inmediata en refugio en alguno de los caniles.

Perro abandonado y atado a un árbol en el exterior del refugio.

El director de las instalaciones recuerda que se trata de una protectora y no de una perrera, por lo que “no matamos a ningún animal para hacerle sitio a otro”. Hay que tener en cuenta que hay perros que llevan más de diez años en el refugio tudense sin que nadie le haya adoptado.

Para financiarse, la entidad recibe una asignación mensual del Concello de mil euros más las aportaciones de los 280 socios, que dan una ayuda mínima de quince euros al año. Todo ello, junto a los donativos de particulares, permiten acometer los gastos de alimentación y veterinarios de los animales. El hecho de que en Tui haya restricciones por el COVID lleva a que no estén celebrando de eventos como mercadillos solidarios, donde la protectora vende objetos donados por particulares que les permiten sacarse unos euros extra imprescindibles para el cuidado de los perros.

Un elemento imprescindible del refugio tudense son las casas de acogida, donde tienen docenas de perros, y la protectora se encarga de pagar todos los gastos de alimentación y veterinarios que generan los animales.

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